La HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – El 3 de diciembre de 2009 fue arrestado en La Habana el subcontratista de Development Associates International Alan P. Gross, quien cumplía una encomienda de USAID para promover la democracia y la sociedad civil en Cuba. Su misión consistía en entregar equipos y teléfonos satelitales a grupos judíos, y otros no gubernamentales, para fomentar el acceso a Internet.
La libre comunicación y el acceso a la información es un derecho del ciudadano, pero el régimen que nos gobierna lo considera un peligro para su estabilidad; de aquí su carácter estratégico.
Para el gobierno comunista es vital controlar lo que ve y oye el pueblo, y no escatiman recursos en este empeño, como se puede apreciar en la amplia y costosa red montada para interferir las trasmisiones de Radio y TV Martí. La recepción de canales satelitales de televisión es otro problema que preocupa al gobierno, al punto de sancionar con prisión y elevadísimas multas la tenencia de una antena. En el empeño de detectar estos receptores de DirectTV emplean rastreadores, además de la siempre efectiva red de informantes.
Internet representa para el gobierno cubano un desafío colosal que hasta hoy han logrado controlar, como opción para ellos penetrar al mundo sin que el mundo penetre en Cuba. El acceso al ciberespacio está extremadamente controlado y limitado para la generalidad de la población. Una hora de correo electrónico desde un hotel o cibercafé, cuesta el equivalente al jornal de quince días de trabajo. Las empresas que tienen servicio de internet se mantienen bajo un estricto control de monitoreo, y lo mismo sucede con los Joven Club, donde los profesores y algunos usuarios excepcionales, por requerimientos de estudio o trabajo, son los únicos que tienen acceso. Además son objeto de reportes si entran en páginas no autorizadas. Por lo que se sabe, la supuesta ampliación del acceso a internet que generará el cable submarino tendido desde Venezuela, no representará cambio alguno en estos estrictos controles.
Lamentablemente para nuestros represores la tecnología los está desbordando con los teléfonos de comunicación satelital, mediante los cuales se puede tener libre acceso a Internet, como los que trajo el señor Alan P. Gross y tanto le preocupan. La Contrainteligencia ya cavila sobre el tema, según se aprecia en un video que está circulando en la ciudad. De aquí que la detención, juicio y condena de Gross se puedan interpretar como el parche, colocado antes que se abra el hueco.
Gross además es la pieza utilizada para desalentar la política de acercamiento con Cuba del Presidente Obama, porque tal acercamiento va en contra del interés estratégico de quienes nos gobiernan.