LA HABANA, Cuba, abril (www.cubaneet.org) – Como se conoce, en el número correspondiente al pasado mes de marzo de la revista Palabra Nueva, órgano del Arzobispado de La Habana, aparece un editorial de su director, Orlando Márquez, en el que se sugiere la privatización o la creación de cooperativas en determinados servicios de salud, para así mitigar el estado calamitoso que presenta ese sector.
A los pocos días de publicado el editorial, el periódico Granma, en su edición del viernes 15 de abril, publicó una carta de dos veteranos médicos, incondicionales del gobierno, con el objetivo de refutar los argumentos de Márquez. Pero lo trascendente del caso no fue la réplica, sino la manera de hacerla. No hubo una sana exposición de puntos de vista diferentes, con el debido respeto hacia el criterio del otro, en aras de arribar a un esclarecimiento del tema. La carta de Granma, por el contrario, no escatimó palabras para descalificar al adversario y reclamar para sí la verdad absoluta.
Los médicos no mencionan el nombre de la publicación ni el autor del editorial. Solo se dice que el “agravioso artículo” había sido encontrado en Internet en días pasados. Ya al final de la carta, después de realizar una apología del sistema de salud pública castrista, los autores insisten en que la recomendación de privatizar los servicios de salud, además de generar pérdida de valores y mucha corrupción, es un ejemplo de intención malsana que responde a los intereses de los que quieren restaurar el capitalismo. Los pobres viejitos, ellos no saben, o no quieren saber, que son precisamente la pérdida de valores y la corrupción, dos de los responsables de que la salud pública cubana se esté cayendo a pedazos.
Por supuesto, esta carta no debe verse como un hecho aislado o fortuito. Es preciso analizarla en el contexto de la intolerancia del gobierno hacia las opiniones y actitudes realmente divergentes. Los cambios que el régimen acepta para la sociedad cubana son los anunciados por los propios gobernantes. Para otro tipo de reformas sólo habrá descalificaciones y mítines de repudio. Así lo dejó entrever el general Raúl Castro al final de su informe al VI congreso del partido.