LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -La semana pasada, en Uruguay y Venezuela, pasando por México y Ecuador, se dieron situaciones que ofrecen notable interés periodístico, por lo cual ameritan ser analizadas y comentadas.
El lunes se supo que el Estado Uruguayo, tras legalizar el consumo de la marihuana, dispuso también que el gramo de la hierba se venda a un dólar, precio que resulta competitivo frente al fijado por el crimen organizado. Por ende, se harán realidad las palabras pronunciadas por el presidente Mujica en la ONU: “Queremos arrebatarle al narcotráfico su mercado”. Interesante experiencia que tal vez demuestre constituir la vía mejor para luchar de modo más inteligente y fructífero contra ese flagelo.
Por su parte, a lo largo de toda la semana, la economía de la Venezuela chavista continuó su caída libre. Esta realidad se vio reflejada en la cotización de su moneda frente al dólar. El jueves, la divisa estadounidense superó en el mercado negro la barrera psicológica de los cincuenta bolívares. Esto constituye un indicador elocuente del estado ruinoso en que los chavistas, pese a la increíble bonanza de los precios del petróleo, han metido al país.
Al propio tiempo, el presidente Maduro supera todas las cotas alguna vez alcanzadas por su antiguo mentor. Chávez dio nombres rebuscados a las numerosas “misiones” que ideó, definió a Cuba como “un océano de felicidad” y también tuvo la peregrina idea de darle a la tarjeta de racionamiento una denominación rimbombante: “cédula del buen vivir”.
Pero el alumno está empeñado en no dejarse arrebatar el culmen de la ridiculez. Después de convertir al teniente coronel difunto en un pajarito capaz de comunicarse con él mismo por medio de trinos y silbidos, acaba de constituir un nuevo aparato estatal de nombre grotesco: “Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo”, es el título extravagante de ese engendro, que aunque suene como maoísta, en realidad es madurista de pura cepa.
No oso imaginarme qué características deba poseer el burócrata que, tras transitar por distintos escalones de la pirámide institucional chavista, reciba la encomienda de ocuparse nada menos que de la “felicidad del pueblo”,… ¡y, para colmo, “suprema”!
En una cuerda más seria, formuló declaraciones el principal autor de la hazaña que significó poner fin por la vía electoral a la “dictadura perfecta” entronizada en México por el Partido Revolucionario Institucional durante más de siete decenios. El ex presidente Vicente Fox insufló una dosis de cordura en la polémica desatada por las informaciones acerca del espionaje realizado por los Estados Unidos contra líderes de Latinoamérica y otras partes del mundo.
Es cierto que el destacado político guanajuatense no fue tan ocurrente como Pepe Mujica, cuando meses atrás lo interrogaron acerca de los comentarios críticos sobre Uruguay contenidos en cables clasificados estadounidenses publicados en WikiLeaks. “¡Uy, si supieran lo que escribimos nosotros sobre ellos!”, fue el sarcástico y certero comentario que hizo entonces el presidente del país austral.
Fox prefirió limitarse a expresar lo obvio: “México y Cuba también espían”, declaró. Preguntado sobre si él mismo había sido vigilado, respondió que sí, y agregó unos comentarios melancólicos: “Uno debe estar acostumbrado a eso. No entiendo por qué el escándalo”. Acto seguido, hizo una conclusión lapidaria: “Es un comportamiento incoherente, andar espiando y quejarse porque te espían. No tiene sentido”.
Mientras tanto, continúan las incidencias relacionadas con la permanencia de Julián Assange en la embajada ecuatoriana en Londres. El viernes 18, el diario Granma publicó detalles sobre la vida del creador de WikiLeaks en esa sede diplomática. Según el periódico castrista, el australiano estaba “pálido y delgado”. El mismo órgano oficial se solidarizó con el asilado por haber permanecido “más de 500 días en el mismo lugar”. ¡Y los que le faltan!, es el único comentario que se me ocurre hacer.
Por su parte, el gobierno de Rafael Correa amenazó con llevar el caso a organismos internacionales, y alegó que la negativa de las autoridades británicas a concederle un salvoconducto a Assange para que pueda abandonar Inglaterra constituye una violación del derecho internacional. Por supuesto, la afirmación es falsa, y por esa razón no pudieron citar qué precepto es el que se supone que esté siendo infringido.