LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Si para la seguridad de la navegación aérea internacional el 11 de septiembre del 2001 marca un antes y un después, para la seguridad marítima de la bahía de La Habana, el verano de 1994 define el fin de una época. Sobre todo a la hora de cruzar el mar hacia Regla o Casablanca, algo que siempre fue un paseo para los habitantes de la urbe.
Durante parte importante de la república y hasta la década del 90, del siglo XX, existió un transporte público marítimo que comunicaba a la urbe en crecimiento a través de la bahía. La Lanchita de Regla, fue un paso en la intercomunicación de la ciudad en expansión.
También comunicaba La Habana con la comunidad de Casablanca, en las faldas de la Loma de la Cabaña, al otro lado del canal de entrada de la rada, desde donde salía el tren de Hershey hacia Matanzas, un popular medio de transporte que continuó vigente aun después de construirse el túnel de la Bahía y la Vía Monumental, una especie de pasillo que comunica a la ciudad con las Playas del Este y Matanzas, la llamada Atenas de Cuba.
Era tan fácil, agradable y barato montar en la “lanchita”, y tan ágil el servicio, que muchos pagaban el pasaje por el mero gusto de darse el paseo. Sin restricciones, ni regulaciones, ni carteles que impidieran el paso por esto o por aquello. Solo los perros tenían prohibido navegar.
Durante la gran crisis, que el gobierno bautizara eufemísticamente Periodo Especial, en la década del noventa, subían a la lancha, junto a los pasajeros, bicicletas y hasta motos. Apretados, unidos. El concepto del “paseo en la lanchita” fue suprimido, ante la incertidumbre de no saber cuándo se podría regresar.
Llegó el duro verano del 94. Los cubanos desesperados huían de la isla en cualquiera objeto flotante y apenas navegable, y la lanchita de Regla resultó desviada en no menos de tres ocasiones.
Desde entonces todo cambio. Rigurosos controles policiales te reciben al llegar al muelle embarcadero. Policías con detectores de metales y funcionarios de la seguridad marítima registran bolsos, carteras y mochilas. Un auto policial permanece parqueado frente a la entrada del muelle.
La lancha hacia Casablanca nunca más salió del muelle ubicado frente a la Plaza de Armas, en un recorrido que no duraba más de cinco minutos. Ahora sale desde el Muelle de Caballería, de donde se va hacia Regla y con un intervalo entre botes que puede durar una hora.
De niño, mi papá solía llevarme a un paseo barato y muy ameno, montado en la lanchita de Regla. Intentar hacerlo hoy con mis hijos es algo tan difícil como tratar de explicarles que antes era muy diferente, y los motivos que hoy tanto lo dificultan.