LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Los cubanos hemos diseñado una forma de comunicación incomprensible para el resto del mundo. Desde que, en noviembre de 2004, el gobierno prohibiera la circulación del dólar, la dualidad monetaria nos obligó a convivir con dos economías. La del peso convertible (divisa), que se vende a 24 pesos, y el peso, unidad monetaria del país.
Esta situación estableció una forma invertida de comprensión del precio, representado en el dialogo por el peso. La certeza del tipo de moneda de que se trata, es identificada por el producto o el servicio que se comercializa con ella.
La carne de res, la langosta o el camarón, en el mercado negro, se venden a 2 pesos la libra. En el mismo mercado, el litro de aceite y la leche en polvo se proponen en 25 pesos. Dos kilogramos de queso tipo Gouda, en 20 pesos. A ningún cubano se le ocurriría preguntar si el precio del aceite, o la leche, es en pesos convertibles; o si, por el contrario, el queso se paga con pesos de la llamada moneda nacional.
Un viaje en taxi desde La Habana hasta Matanzas se pregona en 5 pesos. Con idéntico pregonar, se escucha al manisero vendiendo por 1 peso el cucurucho de maní, y en 5 pesos el turrón. El taxista habla del peso en divisa, el manisero no. Si nos acercamos al taxista y le ofrecemos 100 pesos hasta Matanzas, se negaría. La propuesta rebaja 1 peso (convertible) al precio inicial.
Lo que es sencillo para el cubano se complica para el extranjero, que compra el periódico en 2 dólares, mientras escucha al vendedor (ilegal) de la calle proponerlo en 2 pesos.
Existe una forma de equivocarnos en este tipo de dialogo. Cuando el precio es inconciliable con el guardado en la parte más usada del cerebro de los cubanos, la memoria económica. La pregunta esclarecedora se piensa dos veces para evitar el ridículo: ¨ ¿Eso es en pesos cubanos?¨ Responde la burla. ¨Todos son cubanos¨. La respuesta identifica el tipo de moneda. Si se valora caro, es en peso convertible (dólar); y si barato, es en peso de moneda nacional.
En similar sentido, 1 peso convertible en dólar es equivalente a 4 monedas de 25 centavos. Pero una moneda de 25 centavos dólar equivale a 5 pesos moneda nacional. Aunque no se tiene en cuenta, el verdadero valor de estas monedas es de 6 pesos, según el canje oficial. De esta forma, se restan cuatro pesos al dólar fraccionado en monedas, que van consentidos como pérdida. Quizás por esto al centavo dólar se le llama peso. Este descuento es otro de los factores del ajuste de precios en la calle, establecido por las normas populares.
El lenguaje que utilizamos en este sentido ha rescatado al peso de su total descrédito. Al menos desde el punto de vista del habla común. Porque en la concreta de la economía, el peso se mantiene desvalorizado. Pero el uso frecuente del sustantivo lo salva del desprecio que provoca su insolvencia
Cuando el gobierno estableció la política de canje con el dólar, implantó la denominación peso convertible o c.u.c. El nombre del real “peso” fue sustituido por ¨moneda nacional¨. Pero esta política gubernamental de cambio de denominaciones monetarias duró poco. En nuestro argot por lo menos. La práctica popular redimió a la tradicional unidad monetaria de Cuba, creando un lenguaje que intenta cubrir la necesidad de una sola moneda. Lástima que nuestro esfuerzo tenga que limitarse únicamente al léxico.