LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Este viernes 5 de octubre se presentan en el célebre Salón Rosado de La Tropical de La Habana parte de los integrantes de un colectivo de cantautores denominado Habana Abierta.
En los primeros días de enero de 2003, y de manera inexplicable para los no avisados, esos muchachos cuya música había emigrado junto con ellos a Madrid, lograron desbordar de público varios espacios de la capital cubana.
La historia de este grupo se remonta hasta finales de la década de los ochentas del pasado siglo. En una casona del Vedado devenida museo, entre 1987 y 1988 comenzaron a reunirse y hacer presentaciones un núcleo de jóvenes trovadores. Alguien les denomino “Movimiento de 13 y 8” por la dirección de la mencionada casona-museo. Allí estaban Yhosvani Caballero “Vanito”, Alejandro Gutiérrez, Athanay Castro, Raúl Ciro y Alejandro Frometa.
La anterior generación de trovadores encabezada por Santiago Feliu, Donato Poveda, Carlos Varela y Frank Delgado se montó en el tren de la exportación del discurso político “de izquierda crítica”. Algunos de ellos lograron un estatus en la memoria emotiva de los oscuros noventa, como Carlos Varela; otros emigraron como Donato Poveda o se acomodaron a la inercia, como Frank Delgado.
La historia de los chicos de 13 y 8 resultó ser muy distinta. Eran los años finales de una década cuya burbuja engañosa de “bienestar subvencionado” todavía despierta la nostalgia en muchos cubanos. La isla navegaba entre el caso de corrupción de Luis Orlando Domínguez, las huidas al exilio de Aspillaga y Del Pino y el, entonces todavía oculto, tráfico de drogas.
En el maremágnum final de esa década de aparente apertura cultural, Abel Prieto asumía la jefatura de la UNEAC, Fernando Rojas apagaba el fuego en la insumisa Asociación Hermanos Saíz, la Seguridad del Estado allanaba y confiscaba en la Galería Talía de L entre 23 y 21 la expo “Nueve Alquimistas y un Ciego”, de los irreverentes integrantes del grupo Arte Calle. El Proyecto Paideia estaba en el colimador de la policía política.
El puntillazo final llegaría con la estrepitosa caída de Carlos Aldana de su puesto de comisario ideológico en 1992.
Entre la crisis y los apagones de los noventa sobrevivió una generación de trovadores menos ingenua y más dura. Tan dura como Adrian Morales, a quien durante un viaje a España le “sugirieron” desde Cuba que no regresara.
Estos muchachos adoptaron el rock como soporte sonoro y defendieron su obra en el precario entorno musical de esa década preñada de turismo, jineteras y “Boom de la salsa”. Dieron a sus bandas de respaldo nombres como Lucha Almada, Cuatro Gatos y Debajo.
En 1995 una pequeña disquera española reunió a varios de ellos y les grabó para un compilatorio cuyo nombre estaba bien puesto: Habana Oculta. Mientras tanto otra disquera asentada en el país editaba “Vendiéndolo Todo” ,de Vanito y Lucha Almada. La letra de uno de los temas del disco sería todo un sintomático ajuste de cuentas: ” los maestros en la escuela siempre hablaban del amor y la esperanza / el dinero mueve al mundo como el viento lleva y trae la hojarasca… porque hay cosas que se van y ya, ya no vuelven más“.
Y, en efecto, poco a poco todos se fueron a Madrid, donde dos adelantados, el dúo de Gema Corredera y Pavel Urquiza, cuyo camino había transcurrido con cierta fortuna, les acogieron y ayudaron a abrirse paso.
En 1997 los chicos emigrados de una Habana oculta, dictatorial, dura y oscura, grabaron en España el disco que les daría, en lo adelante, un nombre y cierta visibilidad: Habana Abierta.
Mientras tanto en la isla se desmoronaba la dictadura musical de la “Timba Dura” con la huida al exilio de Manolín “El médico de la salsa” y el descalabro de la orquesta Charanga Habanera. El espacio sonoro de la isla se curaba de la saturación, recibía los ecos iníciales del fenómeno Buenavista Social Club y asimilaba algo de rock, pop y hip-hop, para variar.
Las grabaciones de Habana Abierta, tanto los temas de su disco de 1997 como los de su sucesor “24 Horas”, editado en 1999, circulaban en la isla al margen de los medios oficiales. El 12 de enero de 2003, sin prácticamente ninguna promoción, Habana Abierta logró convocar a un público que desbordó la capacidad del denominado “bastión de la música salsa” en Cuba. El Salón Rosado de La Tropical no dio abasto.
Sin embargo, casi diez años después, el paisaje musical de la isla no es el mismo. El clima social tampoco lo es.
“La vida es un divino guion/ ya sé que sí, ya sé que no” cantan con ironía “Vanito” y Habana Abierta. Ellos retornan ahora, a un país donde el castrismo sigue escribiendo el maldito guion de una dictadura.