ARTEMISA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -La cooperativa de camiones, creada hace apenas un mes en la provincia Artemisa como alternativa al inexistente servicio estatal de transporte público de pasajeros y al abusivo de los camioneros privados, comparte las deficiencias con estos últimos según reconoce el periodista Miguel Terry en su artículo El Parche antes que el Grano, aparecido en el semanario del comité provincial del partido comunista, El Artemiseño, en su número del 13 al 19 de agosto.
Terry publicó varios trabajos críticos sobre los abusivos precios que cobran los particulares pero concluye reconociendo que “propietarios, camioneros y conductores ganaron aquella batalla desigual y hoy casi nadie, quizás por el cansancio inútil de la pelea, parece recordar aquellos dimes y diretes campales, donde, en muchas ocasiones, se recurrió a diversas instancias estatales que, al fin, nada lograron hacer a favor de la parte más desfavorecida”.
El desarraigo de los supuestos cooperativistas por no poseer los vehículos en propiedad sino en usufructo y no disponer de suministros en mercados mayoristas, crean las condiciones para que alteren los precios oficialmente establecidos y queden reducidos a una ampliación de los servicios brindados hasta ahora por los camioneros particulares, incluidas sus deficiencias.
Aunque, según el periodista, con la integración de las llamadas Cooperativas de Transporte se debía “garantizar un precio más justo, que no sofoque tanto el bolsillo, ya de por sí sofocado, del hombre cubano” y trabajar con eficiencia, en la práctica ya se comprueba que alteran la norma oficialmente establecida de cobrar 1 peso moneda nacional por tramos menores de 31 kilómetros.
También refiere Terry en su trabajo la queja de la población sobre “otra trampa” de los cooperativistas consistente en dividir los tramos geográficos de las rutas para efectuar “dos cobros y duplicar así las ganancias”.
Pretender sustituir las leyes del mercado con normas incumplibles e incontrolables, no crear las condiciones para el fomento de formas de propiedad privada e ignorar el papel determinante de la libertad de los actores económicos sin injerencia estatal, determina que se vea a los consumidores y clientes como objetos que pueden ser explotados por no poseer alternativa y no como personas a quienes se debe satisfacer para conservarlas como fuentes de ganancias.
Esto último explica que las denominadas reformas raulistas no solucionen problema alguno a la gente de a pie y solo amplíen los males que sufren en medio de toda una vorágine de cambios nominales pero en nada esenciales, como es el caso de la cooperativa del transporte artemiseña, recién estrenada con sus fallas de origen incluidas.