LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -El pasado sábado 21 de abril, a las 9:30 de la noche, un camión parqueó frente a la Terminal de Ómnibus Nacionales de Bayamo. Un hombre joven descendió de la cama por la rustica escalerilla y gritó: “A 190 peso, pa´labana”. Más de treinta personas se agolparon corriendo, con paquetes y niños cargados, para tratar de ocupar uno de los asientos de hierro, donde permanecerían sentados al menos durante las próximas 14 horas.
Este no es un hecho aislado. Con motivo del receso escolar, en la tercera semana de abril, el sistema de transporte nacional colapsó, y los porteadores privados de camiones “hicieron su agosto”, transportando miles de pasajeros por toda la isla. Producto de la demanda, los precios para viajar en estos camiones eran hasta más altos que los de ómnibus con aire acondicionado. Las condiciones para los viajeros eran de hacinamiento y máxima incomodidad.
El domingo 22 de abril, los tres ómnibus estatales que cubrieron en diferentes horarios la ruta de Santiago de Cuba hacia la capital, se rompieron durante el viaje. Mientras un expreso de la empresa Transmetro, salido de Ciego de Ávila hacia La Habana, quedó varado cerca de Jagüey Grande, al poncharse sus gomas y no tener de repuesto.
En ese escenario, los camiones de carga adaptados ocupan el lugar de los ómnibus. Cada vez es más común, que los camiones suplan a los ómnibus en las distintas rutas intermunicipales o interprovinciales. En la capital de la isla, decenas de camiones sustituyen a los autobuses chinos y bielorrusos, que son el parque fundamental. En las rutas de la periferia capitalina, como Managua, La Lisa, Guanabacoa, Arroyo Naranjo y el Cotorro, ya predominan los camiones con camas adaptadas para el transporte de pasajeros.
Recientemente, uno de los vicedirectores de la empresa de ómnibus urbanos de La Habana, señaló, ante las cámaras de televisión, que más de 50 por ciento de las guaguas están de baja técnica, y que se hace un esfuerzo para incorporarlas al servicio para la segunda mitad del año.
En las ciudades y pueblos del interior del país, la situación es aun peor. El reto del transporte interurbano se resuelve como en el siglo XIX, usando coches de caballos, a los que se agregaron los bicitaxis de tracción humana, invento surgido durante la gran crisis de la década de los 90, cuando las guaguas dejaron de ser una opción viable.
Como los dinosaurios, los autobuses en Cuba son una especie en extinción. Claro, menos para los turistas, que se mueven en los confortables ómnibus de Transtur y Transgaviota, pagando precios que los cubanos no pueden ni soñar pagar.
Mirando hoy, después de más de cinco décadas de socialismo, tantos camiones destartalados, coches de caballos y bici taxis, me vienen a la mente aquellos viajes de mi infancia, a principios de la década del 60. Recuerdo que a Garata, una inhóspita y remota comunidad a orillas del rio Yara, pegada a la Sierra Maestra, se llegaba cómodamente en una confortable guagua.