LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Lázaro, el carnicero de mi barrio habanero de Santos Suárez, tiene dos cosas prominentes: su vientre y su tabaco. Al parecer, él no roba a sus clientes como otros carniceros, a quienes las ofensas de las ancianas víctimas ya no los avergüenzan, así que continúan con su cara dura, rapiñando onzas a las menguadas libras.
Mientras se acaricia la barriga y masca su puro sin marca, Lázaro me asegura que nunca ha utilizado esos manidos ardides, como el de inyectarle agua a la carne y ponerla a congelar para que pese más. Tampoco le hace trampas a la pesa, ni despacha menos de lo que le toca a ninguno de los muchos entretenidos que van a comprar a diario a su carnicería. Quitarle algo a los que no tienen nada no es cosa honrada para él.
Pero sí me confiesa que no hace mucho leyó en un libro ruso un artículo muy interesante, que, aunque no lo entendió muy bien, lo dejó pensando un buen tiempo. Y quiso que yo lo leyera para que le comentase mi opinión.
Resulta que en el instructivo libro del ruso Yakov Perelman, “Física Recreativa II”, hay un artículo, titulado “Falta de Peso”, que muestra cómo un kilogramo de carne puede llegar a pesar 5 gramos más, sin que medie engaño a los clientes.
El secreto, según Perelman, está en que las cosas pesan menos cerca del ecuador, y pesan más cerca de los polos. O sea, la gravedad aumenta al alejarnos del ecuador hacia latitudes polares, y permite que aquello que pesamos en nuestra isla, pueda aumentar su peso en zonas árticas.
Claro está, Lázaro tendría que cargar para esas latitudes altas con una báscula de resorte graduada en nuestra isla, porque, en la misma medida que las mercancías se hacen más pesadas con el cambio de zona, ocurre igual con las pesas. Entonces Lázaro no tendría ganancias si las pesara con las básculas graduadas en latitudes norteñas.
Además, cuando los cuerpos que se trasladan de una latitud a otra son ligeros, la diferencia de peso es insignificante. Sólo los objetos pesados pueden generar valores de consideración. Y Perelman pone el ejemplo de una locomotora que, en Moscú, pesa 60 toneladas; al llegar a Arcángel, resulta 60 kg más pesada; y si va a Odesa, 50 kg más ligera.
Otro ejemplo ilustrativo es el del traslado de 300 000 toneladas de carbón, que se hacía desde la isla de Spitzberg a puertos más meridionales. Si esa cantidad hubiera sido transportada a un país ecuatorial, y pesada en básculas de resorte traídas de Spitzberg, dice Perelman que se hubiera notado una falta de carbón de 1 200 toneladas.
A las claras se puede ver que Lázaro el carnicero va a tener que dedicarse a vender chatarra, si quiere sacarle alguna ganancia a su trasnochado descubrimiento. Y sólo en el caso de que logre convencer a algún tonto esquimal para que le deje pesar la mercancía llevada desde Cuba, que de seguro ya iría alterada.