LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – La sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba dedicó la segunda quincena de agosto a homenajear al comediante mexicano Mario Moreno, el célebre Cantinflas, quien arribó a su primer centenario. Nacido en 1911 en Cotija, estado de Michoacán, se inició en las artes circenses y transitó por espectáculos bufos y de variedades antes de debutar en el cine en 1938 con cortometrajes humorísticos que fueron configurando su personaje, devenido en ícono de la filmografía hispanoamericana.
La muestra incluyó 24 largometrajes y un documental sobre su carrera artística. Entre las comedias del “peladito pobre de traje precario, gabardina zurcida y hablar incoherente” fueron visionadas El supersabio, El mago, El siete machos, El bombero atómico, El señor fotógrafo, Abajo el telón, Sube y baja, El analfabeto, El señor doctor, Por mis pistolas, La conserje en condominio, El ministro y yo, y Cantinflas su excelencia.
Reconocido por Chaplin como uno de los más grandes de la comedia, Mario Moreno ganó popularidad a partir de 1940 con Ahí está el detalle, bajo la dirección de Juan Bustillo Oro. Filmó después una película por año con dos incursiones sin trascendencia en la cinematografía norteamericana. A excepción de Ni sangre ni arena, del realizador Alejandro Galindo en 1941, en casi todas las demás estuvo bajo la batuta de Miguel M. Delgado para Posa Films.
Desde la perennidad de las imágenes en movimiento Mario Moreno sobrevino en símbolo del cine mexicano y continental. Con Cantinflas, agudo y entrañable en su aparente simplicidad, se robó a las multitudes e instauró un estilo de actuación con seguidores en Hispanoamérica. Para la crítica, el rasgo esencial del personaje radica en el modo de hablar, pues no dice nada pero transmite ideas sagaces que obligan a reír, pensar y asociar sus dicharachos con las circunstancias políticas del país.
Las risotadas del público que asistió a la muestra del Chaplin confirman las características del protagonista como sostén de las películas. Salvo la gracia y el histrionismo del comediante mexicano, apenas hay valores excepcionales en los argumentos y la producción de las obras. Sin embargo, medio siglo de entregas a la gran pantalla convirtieron a Mario Moreno en una de las personalidades más importantes de la sociedad mexicana. Cantinflas influyó en el modo de hablar y en la vida de las minorías étnicas y sociales.
La evocación del gran comediante evidencia que, desde el recuerdo y las imágenes fílmicas, el cantinflismo perdura frente a la grandilocuencia expresiva de otros cómicos de origen hispánico. No en vano la Real Academia Española de la Lengua definió el verbo cantinflear como “Discurso vacío de todo protocolo, lleno de sencillez, incongruente y disparatado, que mezcla muletillas coloquiales con términos cultos mal empleados”.
Las películas de Mario Moreno fueron precedidas por una veintena de reposiciones de dramas y comedias de la actriz norteamericana Elizabeth Taylor, homenajeada en la sala Charlot del mismo coliseo, donde los cinéfilos disfrutaron de grandes momentos de su filmografía, algunas galardonadas con el Premio Oscar.