LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 –La presidencia de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) decidió entregarle al bailarín Carlos Acosta, Premio Nacional de Danza, la condición de miembro de honor de esta oficialista organización de jóvenes creadores. Acosta, llamado el Nureyev negro, está catalogado como uno de los mejores bailarines del mundo.
Según el periódico Juventud Rebelde, del pasado 18 de agosto, Luis Morlote, presidente de la AHS, expresó que dicha distinción se le concede a Acosta por “su obra y su compromiso con la cultura cubana y su pueblo”.
Morlote señaló que “en Acosta, la joven intelectualidad tiene un paradigma, por lo que al honrarle, se honra la organización”.
Pero lamentablemente Morlote no hizo mención alguna de la extraordinaria la labor altruista que hoy despliega Acosta a favor de la cultura cubana, promoviendo una campaña internacional de recogida de fondos con el propósito de financiar la reparación capital de los edificios de la Escuela Nacional de Arte.
La construcción de esa escuela se inició en 1961, en los terrenos del desaparecido campo de golf, ubicado en El Laguito, zona exclusiva del oeste habanero. El diseño de tan magna obra arquitectónica y cultural correspondió a los arquitectos italianos Vittorio Garatti y Roberto Gottardi y el también arquitecto, cubano, Ricardo Porro, ya fallecido. En 1965, se construyeron las escuelas de artes plásticas y danza moderna. Desde entonces, están pendientes de terminación la de ballet, música y artes dramáticas.
En el marco de su noble gestión, Acosta, a pesar de los muchos compromisos que implica ser una de las grandes luminarias del ballet mundial, estuvo entre los animadores de la cena con carácter benéfico que fue patrocinada por el multimillonario chino (radicado en Hong Kong) David Tang, la cual se llevó a cabo el 19 de septiembre, en la sede del Royal Opera House, de la capital británica. Lo recaudado se destinará a la reconstrucción de la Escuela de Arte de Cubanacán.
Tang dijo a los presentes en la cena que se necesitarán 3,5 millones de dólares para dar comienzo a tan ambiciosa y altruista empresa. El millonario chino, que tiene la franquicia en exclusiva para la distribución de tabaco cubano en la región Asia-Pacífico, dijo haber organizado la cena porque es un admirador de la escuela cubana de ballet.
El pasado año, en una cena en la que también estuvo presente Acosta, Tang tuvo como invitado al afamado arquitecto Norman Foster, presidente de Foster and Partners, el cual fue acompañado de su esposa, Elena Ochoa.
Tang, entusiasta promotor del proyecto de Acosta, dijo a sus invitados que Foster, quien recientemente estuvo en La Habana, le expresó su admiración por el diseño del arquitecto Garatti, en particular el de la Escuela de ballet, y le reafirmó que todos los diseños arquitectónicos serán escrupulosamente respetados.
Pero quizás para no molestar a la directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, vaca sagrada que gobierna el mundo del ballet cubano con igual mano férrea que la dictadura que tanto admira y defiende, y de quien se sabe que nunca le han gustado los bailarines negros, Morlote prefirió –o le “sugirieron”- no mencionar la encomiable iniciativa de Carlos Acosta.
La extraña omisión de Morlote sobre la importante y altruista tarea que hoy despliega Carlos Acosta por todo el mundo, es un ejemplo de la falta de independencia de estos caricaturescos funcionarios culturales, siempre cuidadosos de sus prebendas y privilegios.
La estatura moral de Carlos Acosta se agiganta ante los sietemesinos y mediocres comisarios, integrantes de la burocracia inmovilista que controla el Ministerio de Cultura.