LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.otg -Siete almendros, quince bancos de concreto, una cámara de video en uno de los tres postes de electricidad y cuatro policías en cada esquina, aguardan a las decenas de posibles inmigrantes que acuden de lunes a viernes al parquecito triangular de las calles Calzada y K, del Vedado, La Habana.
El actual Parque de las Palomas, antiguo Parque de los Lamentos, sigue siendo la antesala de la gran funeraria capitalina, pero más que llantos de despedida, en los rostros de quienes esperan para entrar en la cercana Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, se aprecia una mezcla de tensión y esperanza que suele trocarse en euforia o tristeza, según el resultado de la entrevista consular.
Mientras esperan por el empleado cubano que organiza la cola y los acompaña hasta la entrada de la embajada más popular y rodeada de policías en la isla, los posibles viajeros conversan a media voz, llaman por celular o interrogan al de al lado sobre las hipotéticas preguntas que responderán a los agentes consulares, los cuales conceden o niegan la visa de entrada a los Estados Unidos.
Es difícil precisar la procedencia provincial de los allí reunidos, pero muchos delatan su origen por el acento oriental, o por la chapa de los almendrones que los transporta desde Camagüey, Santa Clara, Matanzas, Güines o Pinar del Río.
Las muchachas más bellas dan paseítos por las calles colindantes, como si dijeran adiós a los transeúntes habaneros; en tanto los hombres aprovechan para tomarse una cerveza en los paragüitas del frente o merendar en la cafetería de los bajos de la funeraria, deprimente en comparación con la pequeña pero competitiva Rumba K.
En el parquecito triangular de Calzada y K no se habla de política, sino de las expectativas que generan el deseo de partir y las oportunidades que brindan los americanos a los inmigrantes legales. Solo los opositores y periodistas independientes que esperan para entrar a Internet en las salas Lincoln y Roosevelt, comentan entre sí la situación nacional o los problemas internacionales.
En cierta medida, las personas que esperan en el parquecito capitalino simbolizan una sangría constante para Cuba, fundamentalmente de jóvenes, pues las 20 mil visas concedidas al año por los Estados Unidos desde 1995, más los trámites de reunificación familiar, las invitaciones de parientes, el programa de refugiados políticos y los éxodos por el mar o a través de México, asciende a más de medio millón en apenas tres lustros.
Según estadísticas norteamericanas, 168 mil cubanos se naturalizaron y 315 mil establecieron residencia legal en los Estados Unidos; mientras 35 mil intentaron realizar el viaje marítimo hacia la Florida y 38,969 fueron admitidos como refugiados en esa nación por concepto de represalias políticas.
Ni quienes esperan por la visa permanente o transitoria hacia los Estados Unidos en el parque de Calzada y K, ni los transeúntes que pasan por allí piensan en la tragedia humana escondida tras esos rostros de tensión y esperanza.