LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -No se llama Caridad pero todo el mundo le dice Cachita.
Se nombra Juana Bárbara, tiene 75 años, dos hijos en Estados Unidos y una en Cuba. Es cartomántica (“tira las cartas”) y católica practicante; durante las procesiones para honrar al patrón de su comunidad: San Isidro Labrador, se le puede ver llevando la bandera cubana o algún estandarte relacionado con el catolicismo.
Es devota de Santa Bárbara. Todos los 4 de diciembre engalana el altar de la santa que tiene en su casa. Se ha convertido casi en tradición que yo pase ese día por su vivienda para rendirle tributo a la santa; si por alguna razón no lo hago, en cuanto se encuentra conmigo me dice: “No has ido a ver a la virgencita”.
Cacha es una agradable amalgama humana. Es, para decirlo de alguna forma, mi personaje preferido; pero está empezando a tener mala memoria. Y está dejando olvida la llave del candado de la puerta de su casa olvidada en algún lugar dentro de la propia vivienda, y como vive sola, eso es un gran problema.
Más de una vez he tenido que acudir armado de un martillo, en función de cerrajero primitivo, para que ella pueda entrar a su morada.
En la última ocasión, al parecer se le habían terminado los candados de repuesto, pidió que entrara por la puerta del patio, que presuntamente estaba nada más que echada para adelante, y cogiera la llave que estaba sobre la mesa de la cocina.
Hubo que buscar una pequeña escalera para saltar la cerca que separa los dos patios.
Pero la puerta trasera no había manera que se abriera. Por suerte fue posible entrar por una ventana situada en esa propia área. La puerta era imposible que se hubiera abierto porque tenía atravesada una viga de madera parecida a esas que se utilizaban durante la Edad Media en los castillos para cerrar la entrada principal.
Después de esa última experiencia hubo que pensar en una solución salomónica. Se le sugiero que dejará una copia de la llave en mi casa. Después de ese día ha sido necesario utilizar la copia en dos ocasiones.
Este jueves llamó desde la acera a mi compañera. “Ya se quedó dentro de nuevo la llave”, pensé de inmediato.
Pero no, nada de eso. Era una gran noticia. Estaba eufórica, le habían dado visa en la Sección de Intereses para ir de visita a Estados Unidos.
“Que bien me trataron –contó-.El americano me preguntó a qué quería ir a Estados Unidos y cuanto tiempo iba a estar. Y empezó a ponerle cuños al pasaporte. Y en cuanto me separé de la ventanilla, vino otra americana y me felicito y me dijo que me iba a ir muy bien por allá y que vería que me iban a regalar muchas cositas. Yo pensé, y como esta se enteró tan rápido que me habían aprobado”.
Ella espera estar en Estados Unidos para las navidades, porque hace muchos años que no ve unas navidades de verdad, dice.
Y yo espero que entre “las cositas” que le regalen a Cachita este una cerradura que sus llaves griten cuando se percaten de que se van a quedar solas dentro de la casa.