LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – Jorge Omar Lorenzo, presidente del Consejo de Derechos Civiles radicado en San Antonio de los Baños (la capital del humor) contó la siguiente historia:
El suceso ocurrió en el hospital de San Antonio, que confrontaba un grave problema de higiene debido a que las auxiliares de limpieza abandonaban su puesto de trabajo un día después de firmar el contrato laboral, en el momento de enfrentarse al churre acumulado durante años, lo que casi provoca el cierre del centro. Como solución se acordó enviar una brigada de reclusas de la prisión La Salud, de Quivicán, para que asumieran la difícil tarea de sacarle la mugre el hospital.
Las presas se encargarían de la limpieza de baños, salas y consultas; de fregar los cristales en puertas y ventanas, y del mantenimiento de las áreas verdes, y de la lavandería, dependencia crítica por el estado de la ropa de cama. Allí tampoco nadie quería trabajar.
La Salud es una prisión de mujeres sancionadas por prostitución. Las reclusas eran jóvenes hermosas jóvenes y el glamour de las muchachas se apoderó del hospital. El cambio fue significativo en pocos días. La brigada femenina impuso su sello en jardines, salas y pasillos.
Jorge Omar narra, complacido, que la limpieza y el servicio de lavandería mejoraron casi milagrosamente en sólo un mes, pero aumentó significativamente el número de ingresos de pacientes hombres sin signos visibles de enfermedad. Los médicos, por su parte, despachaban en un dos por tres las consultas habituales, para atender a las reclusas que, a cambio de ciertos favores, obtenían certificados médicos de reposo y medicamentos.
Por San Antonio corrió la voz de que el hospital se había puesto bueno y el servicio era de primera. El parqueo siempre estaba lleno de autos, motos, y en el cuerpo de guardia nunca paraba el trajín. “Aquello –dice Jorge- se convirtió en el burdel más singular del mundo. Hasta que aparecieron en escena varios proxenetas, que intentaron aprovecharse de las muchachas”.
Entonces las autoridades de salud del municipio tomaron cartas en el asunto, y la jefatura del penal retiró la brigada de limpieza. Hoy, todos reconocen su eficiencia, y comentan que aquel mes, por primera vez en su historia, el hospital brilló por todas partes, ¡y de qué manera!