LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Pasó el 14 de enero, entró en vigor el dichoso decreto-ley 302 y no se produjo el pandemonium que auguraban algunos, el primer episodio del Mariel legal que decían. Por el contrario, dicen que las colas en Inmigración para los pasaportes –que sustituirán a la tarjeta blanca- eran largas pero organizadas. Como en el patio de un cuartel. O de una cárcel. Que en definitiva, sigue siendo el MININT el que autoriza o no a viajar, aunque se ahorre el cartoncito blanco y cobre bastantes cuc más.
Como diría Joaquín Sabina, “y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen demasiado sentido”.
No es el Mariel –no se deje confundir por los mítines de repudio contra los disidentes- ni la caída del muro de Berlín…Es sólo un pasito. Con bastantes peros y limitaciones…Como siempre que de las reformas raulistas se trata, en esto de la modificación de las leyes migratorias ha habido más exageración y falsas expectativas que otra cosa.
A millares de mis compatriotas les ha dado por soñar con viajar. Como si tuvieran suficiente dinero para ello. Como si absolutamente a todos les fueran a conceder el pasaporte. Como si las visas cayeran del cielo. Como si todos los países del mundo fueran a cambiar sus disposiciones migratorias en función de la desesperación de los cubanos…
Viajar, lo que se dice viajar, no es lo mismo que salir como bola por tronera, como alma que lleva el diablo…No puedo evitar sentir pena, mucha pena, por mis compatriotas que solo piensan en largarse a cualquier parte del mundo…La última metáfora que hubiese deseado para mi pueblo es la del judío errante.
No me hagan mucho caso, tal vez me he vuelto demasiado escéptico, quizás finalmente el periódico Granma logró asustarme con el capitalismo, y me ha dado por pensar que el mundo real –no el que pintan, con vidrieras y neón- es cada vez más difícil, egoísta y cruel. Pero si es verdad lo que me cuentan, si no son exageraciones, yo no le aconsejaría a nadie que para poder pagarse el viaje, venda el carro –si lo tiene, si lo pudo comprar después que Papá Estado le dio permiso- y mucho menos la casa. No vaya a ser que, si consigue viajar, las cosas no resulten como piensa –que es lo más probable- y tenga que regresar a Ítaca, como en aquel viejo tango: “fané y descangallado”.