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LA HABANA, Cuba.- Fundada en 1962 con viejas máquinas de principios del siglo XX, la imprenta de la Dirección Provincial de Cultura de La Habana aún asume una pequeña producción de impresos destinados a las instituciones culturales de la capital.
Mantener funcionando estas verdaderas reliquias históricas pudiera deberse no tanto a un milagro sobrehumano, ni a una voluntad de preservación patrimonial, sino a esa misma realidad económica que ha obligado a extender la vida útil de los artefactos más obsoletos, un drama de lo cotidiano que algunos turistas tienden a interpretar como parte del color local de una isla que parece atascada en el tiempo.
Reynaldo Vidal Rodríguez Avilés, jefe de brigada de la llamada “Imprenta de Galiano”, es el encargado de supervisar todo el trabajo que allí se hace. Desde hace 35 años dedica su vida a las artes gráficas, y fue fundador del Consejo Nacional de Cultura a inicios de los 60.
Sobre el taller y los equipos instalados, sobre lo difícil de conservarlo en activo en el presente y la posibilidad de que desaparezca o se perpetúe su oficio, en dependencia de los cambios económicos que se avizoran, nos habla en esta entrevista.