La Habana, Cuba.- Estuvo alegre Pinar del Río por estos días, y uno también se contenta porque son pocas las alegrías que le tocan a esa provincia, bautizada con toda razón como “La Cenicienta de Cuba”. Todo el que ha ido a Pinar sabe que es un territorio deprimente, que la decadencia ha llegado incluso a Viñales, Cayo Jutía y cualquier otro sitio que, hasta hace poco, recibía cierta atención por parte del gobierno para atraer turismo.
En Cuba hay otras provincias igual de tristes. Podría decirse que toda Cuba es un retiro de miseria y aburrimiento; pero el atraso económico, la fealdad y el tedio de Pinar del Río, estando tan cerca de La Habana, son tales que a uno le parece haber retrocedido en el tiempo para caer en una nada desesperante.
La provincia del tabaco, los mogotes y Polo Montañez es hoy más pobre que nunca. A la caída del turismo por causa de la pandemia de Covid-19 se han sumado el impacto de los fenómenos naturales sobre la producción tabacalera, un sector que genera millones y del cual, no obstante, se beneficiaba la provincia -según las autoridades-, pero no los obreros.
Cuando el huracán Ian arrasó Pinar del Río en septiembre de 2022, dejó afectadas alrededor de cien mil viviendas, lo cual resultó en un montón de familias que quedaron a la intemperie, o a merced de la caridad de sus familiares, amigos y vecinos. Miles de viviendas más por construir sobre el atraso de otros cientos, destinados a los damnificados de huracanes que asolaron el extremo occidental cubano a inicios del presente siglo. Miles de personas sin techo, en un contexto que ya estaba vacío de alimentos, medicina, ropa, zapatos y esperanza.
Así de pobre es Pinar, una Cenicienta que no tiene remedio, como tampoco lo tiene Cuba. No obstante, en estos días algunos pinareños han dado muestras de ese entusiasmo que tanto se echó de menos el 26 de marzo, día de las “elecciones” de diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El rapero Tekashi 6ix9ine visitó la provincia para grabar el tema “Leyenda viva”, en localidades rurales de una pobreza impactante. Por allá se paseó el artista repartiendo dólares, pero tranquilito; nada de aventarlos como hizo desde su habitación del Hotel Grand Packard, en el Prado habanero, causando tal revuelo que la dictadura tuvo que quitar la conexión a Internet.
En Pinar, el rapero fue dejando benjamines de mano en mano, a gente que sin pudor se los pedía, y a otros que, con pena en la mirada, aceptaban el dinero. Como está la vida en Cuba, cien dólares resuelven unas cuantas cosas. De dignidad, mejor ni hablar.
La visita de Tekashi volvió a dejar en evidencia la total disposición del castrismo -o diazcanelismo- de lucrar con lo que sea, de prostituir hasta el último rasgo de la idiosincrasia, la historia y el presente de los cubanos. Tekashi se paseó entre multitudes con la bandera cubana cubriéndole los hombros, y ningún policía o funcionario apareció para impedírselo.
La prensa oficial, que vertió acusaciones gravísimas sobre Luis Manuel Otero Alcántara cuando utilizó la enseña nacional para su performance, sigue muda. Los pinareños que corrieron tras el rapero probablemente no sepan quién es Luis Manuel, como tampoco deben saber quién es Anniette González, una camagüeyana a la que el mismo gobierno que hace la vista gorda con Tekashi está acusando de ultraje a los símbolos patrios, por cubrir su cuerpo con la bandera para recordar a los más de mil presos políticos que se pudren en las cárceles de este país.
Casi no vale la pena hablar de tales incongruencias, ni señalar que Tekashi 6ix9ine -pandillero, traficante, delincuente- ha sido admitido en una Cuba a la que no pueden entrar tantos hombres y mujeres de bien, desterrados por sus ideas políticas.
El régimen está decidido a vender la miseria en que vivimos. Esa pobreza que abunda en el videoclip, cubriendo por igual a niños, ancianos, casas, animales domésticos, al infeliz Rocinante y al carretón que pintorescamente condujo el rapero, es un producto que a partir de ahora será aprovechado para atraer ganancias a costa de inspirar lástima.
Cuba mendiga y eso nos duele. Limosna a todo color, para que se vea bien la indigencia que ha generado el comunismo en el territorio donde se fabrica uno de los principales rubros exportables del país.
Al régimen cubano ya no le importa que la miseria de la Revolución sea vista en todos los rincones del planeta. Pero sí podría funcionarle que otros artistas, al igual que Tekashi, confundan pobreza extrema con sencillez y vengan a grabar videos, paguen al Estado los derechos correspondientes y, de paso, regalen unos billetes a ese pueblo desnutrido y harapiento del que Díaz-Canel y la Asamblea Nacional no se han ocupado nunca, ni lo harán.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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