LA HABANA, Cuba – Recientemente, la titular de Trabajo y Seguridad Social, Margarita González Fernández, se reunió con los delegados al X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, en la que también estuvieron presentes Marino Murillo Jorge y Maimir Mesa, ministros de Economía y Planificación y de Comunicaciones, respectivamente.
A los delegados que se quejaron de los problemas que hoy confrontan los jóvenes para encontrar empleos estables y decorosamente remunerados, la ministra les aseguró que “en Cuba están creadas las condiciones para que la sociedad no tenga jóvenes desvinculados laboralmente”.
“Resulta clave la concertación de estrategias entre las instituciones, sobre todo a la hora de diseñar la demanda laboral para el universo de egresados”, dijo también.
De guiarse por las estadísticas, se pudiera pensar que Cuba es un paraíso laboral.
Cuba, al cierre de 2014, fue el país del Hemisferio Occidental que reportó la mayor estabilidad de empleo. La tasa de desocupación (2.7 %) fue la más baja de los países miembros de la Organización Internacional del Trabajo.
Según el informe “Panorama Económico y Social de 2014”, de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), la población cubana económicamente activa es de 5 105 500 personas, y de ese total estaban ocupadas 4 969 800. Esto representó una tasa de ocupación de un 97,3%. Es decir, que en Cuba había sólo 135 700 desocupados.
Pero la realidad difiere bastante de las estadísticas.
En el primer semestre del presente año, la cuestión del empleo se ha complicado de manera extrema.
El salario promedio mensual devengado por la mayoría de los trabajadores de las empresas estatales y unidades presupuestadas es el equivalente a 23,36 dólares.
Los alimentos que de manera racionada vende el Estado por la libreta de abastecimiento, cuando más, duran diez días. Para comer hasta terminar el mes hay que salir buscar unos pocos dólares a como dé lugar para comprar en las Tiendas de Recaudación de Divisas y en los mercados agropecuarios. La compra de estos alimentos requiere invertir algo más del equivalente de unos 50 dólares. Y nadie se imagine que con el salario que paga el estado se pueden comprar estos alimentos.
Los bajos salarios provocan la inestabilidad de los trabajadores, principalmente de los jóvenes, en sus puestos laborales.
Los hombres y mujeres jóvenes que empiezan a trabajar no llegan a adquirir habilidad en el puesto para el que se les adiestró, porque en poco tiempo, no conformes con la poca remuneración que reciben y las malas condiciones en que tienen que desempeñar su trabajo, piden la baja y salen a buscar otro empleo en el que les paguen un poco más y con ello puedan tan siquiera alimentarse como es debido.
Pero en estos momentos no es fácil encontrar trabajo. La parálisis en los sectores de los bienes y servicios hace que no se generen empleos.
La titular de Trabajo y Seguridad Social, al referirse a los miles de jóvenes que han hallado empleo en el sector no estatal –los pequeños negocios privados– dijo que “las cifras hablan de una juventud que no ha experimentado movimientos significativos hacia ese sector”, algo que ella sabe perfectamente que no es cierto
Según la ONEI, en mayo del presente año 504 613 personas realizaban alguna de las 201 actividades autorizadas por el Estado para ejercer por parte del sector privado. El 31% de ese total son jóvenes (155 605).
Del total personas autorizadas a realizar la actividad privada en Cuba, 113 360 han encontrado empleo como trabajadores contratados en las cafeterías, pequeños restaurantes, hostales, o como choferes de camiones y taxis particulares.
El Estado no reconoce a los dueños de los establecimientos privados como personas jurídicas y son muchas las trabas que enfrentan para el desempeño de sus negocios. Pero a pesar de todos esos inconvenientes, los salarios que les abonan a sus empleados contratados rondan el equivalente de los 50 dólares mensuales, poco menos del doble de lo que paga el Estado. Es por eso que los jóvenes tratan de encontrar empleo en estos negocios privados y no en las empresas estatales y unidades presupuestadas, donde perciben salarios de miseria.