LA HABANA, Cuba. – El sacerdote católico Troadio Hernández, párroco de la Iglesia de Bejucal -entre otras comarcas- en la de provincia Mayabeque, mantiene cuatro asilos que dan atención a 142 ancianos.
El desaparecido colegio católico Belén, en La Habana Vieja, atiende a numerosas personas desvalidas que reciben desayuno, almuerzo y una merienda a cargo de de la Iglesia Católica y la Oficina del Historiador de La Habana.
Nilson Chaveco y Chaveco, residente en caserío de Guanabo en la Habana del Este y predicador de la Iglesia Pentecostal Asamblea de Dios Maranata nos comenta: “Un alemán amigo compró una pequeña casa con terreno que entregó a la Iglesia. Instalamos una Casa de Misericordia para enfermos, deambulantes y alcohólicos de esta localidad y Guanabo. Los recibimos martes y viernes. Les enseñamos la doctrina. Reciben desayuno, almuerzo y merienda. Esperamos que pronto podamos ampliar ese servicio social.”
Capitán Tondique y Zoila Águila son obras caritativas de atención a personas abandonadas. Las dos, una en Colón y otra en Los Arabos en la provincia Matanzas respectivamente, funcionan incansablemente a pesar de los estorbos impuestos por la policía política, quienes acusan a los promotores de recibir apoyo financiero de emigrados cubanos.
La iniciativa privada desde iglesias y grupos independientes asume parte de la incapacidad de las instituciones oficiales para ocuparse de tantos desvalidos que ya no pueden ser ocultados. Las calles y campos cubanos están llenos de personas enfermas, deambulantes, mal alimentados, víctimas del alcoholismo, muchos echados de sus casas donde vivían hacinados y han perdido su espacio mínimo e íntimo. La mayoría de estas personas no tienen derecho a disfrutar de jubilación tranquila al terminar su vida laboral y están necesitados de afectos y cuidados especiales. Toda esta situación, no es más que una fea vitrina para turistas extranjeros. Aun así, hay apenas un manojo de asilos estatales y casas del abuelo. Muchas veces estas solo funcionan como almacén de viejos donde empleados les roban comida o los atienden mal.
Existían en el pasado capitalista asilos de ancianos a cargo de instituciones religiosas o estatales. Un enorme edificio de dos plantas, para hombres y mujeres en la calles Economía y Corrales de la Habana Vieja, servía de albergue nocturno para necesitados quienes recibían gratuitamente cada día, baño, ropa personal y de cama más alimentación. El asilo de ancianos desapareció en 1959 y en algún momento pareció que nunca más se necesitaría.
El último Censo de Población de 2012 reveló que el 18,3 por ciento poblacional tenía sesenta años de edad o más. Cuba aparece entre los países más envejecidos de América Latina. En 2050, en proceso acelerado, seremos una de las naciones más avejentadas del planeta, proceso para el que la Isla no está preparada.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) actualmente un 26% del total de la población se encuentra entre los 15 y 34 años. Ahora mismo, estas generaciones cargan con todo el peso del resto de la población añosa, imponiéndoseles la transición generacional. Mientras tanto, el reemplazo por natalidad es insignificante, lo que pone en riesgo los cimientos mismos de la nación.
El país mantuvo una curva creciente de jóvenes hasta 1997, cuando comenzó a caer en picada. Los viejos pasan la carga a los jóvenes, pero no ocurre así con los altos cargos estatales, que disfrutan hasta que la muerte los arranca de sus tronos.
Se le suma también otro detalle que aunque aparentemente insignificante, tiene gran trascendencia. Dijo José García Pérez, viceministro de la Agricultura en reunión este mes en Ciego de Ávila que la agricultura apenas aporta una tercera parte de las frutas que demanda el país. Estos resultados están muy por debajo de las necesidades nutricionales generales de ancianos y del turismo en cantidad y variedad. Las frutas son ya un alimento casi de lujo por su escasez, elevadísimos precios y desastres agrícolas. No hay suficiente superficie cultivable, agua y desarrollo agrícola. Todo esto sin contar los demasiados controles por el gobierno.
Se han perdido 300 millones de toneladas de suelo en los últimos tres siglos, sobre todo en el último medio siglo según reportó el doctor Ismael Clark, presidente de la Academia de Ciencias de Cuba en un Congreso sobre Suelos este mes en La Habana. Súmese a esta ecuación además, desertificación, salinidad, compactación, acidez de suelos, contaminación ambiental, mayor irradiación solar, colapso de ríos, embalses y otras fuentes de agua que impactan negativa e inmediatamente en la producción de alimentos. Todo esto perjudica inmediatamente a actuales y futuras generaciones.
La inestabilidad y merma en la estancada población (11, 238, 317 habitantes) es además también consecuencia directa de la emigración externa en muchas ocasiones hasta de familias completas. No importa hacia dónde, siempre están huyendo.
Mientras tanto, aumenta el deterioro económico de las familias y las viviendas. Estas últimas llevan más de medio siglo sin reparación capital. Pero los hogares están deteriorados por dentro y por fuera. Hay estrechez y la promiscuidad se acentúa más que nunca. A todo esto se le suma el poco cuidado que reciben los ancianos en nuestro país. Son mal alimentados, arrinconados o lanzados a la calle y una pregunta flota siempre en el aire: ¿A dónde iremos a parar?