LA HABANA, Cuba – Ya era bastante conque nuestras niñas y adolescentes adoptaran el peor lenguaje de los varones, quienes, a su vez, emplean el peor lenguaje de los hombres. La fuerza de la costumbre nos ha conducido a ver como algo corriente que las hembras menores se traten entre sí de “asere”, o que se saluden con el barriobajero “qué volá”, o que hayan incorporado las más procaces obscenidades a su habitual manera de expresarse públicamente y a gritos.
Pero verlas fajadas con fiereza comparable ya no con la de niños y adolescentes varones, sino con la de perros de pelea, viene a ser la gota que colma la copa.
El desmontaje de las estructuras socio-culturales que ha tenido lugar en Cuba durante el último medio siglo, provocó, entre otros muchos desmadres, que se entremezclaran y confundieran los roles de varones y hembras, mediando el argumento de una igualdad de géneros que no responde a sanos criterios humanistas sino a la demagogia política de un régimen eminentemente machista, y que, como tal, no supo enseñar la auténtica igualdad, poniendo por delante una esmerada labor de educación y de formación idiosincrática desde la cual pudiese ser impartida coherentemente en un país atrasado en estas lidias.
El fruto está hoy a la vista. Y para mayor calamidad, uno de los sitios en que más fácil resulta apreciarlo es en las escuelas, sobre todo en las de enseñanza media.
Abundan por estos días los testimonios de broncas entre niñas y adolescentes tanto en las secundarias básicas como en los tecnológicos y los preuniversitarios. Se trata de una nueva capa de crema para ese pastel infecto que ha sido y es la dictadura fidelista. Otra evidencia (una más, como si fueran pocas) de la intemperie espiritual y del estado de silvestre desorientación en medio de los cuales crecen nuestros jóvenes, desdichada consecuencia de una política cultural y de un sistema de educación que echó al olvido –postergándolos, ningunéandolos, intentado deslegitimarlos–, algunos de los legados más auténticos y representativos de la historia de la civilización humana.
Imágenes como la instantánea que ilustra este texto fueron captadas por los propios alumnos de varios planteles de los referidos niveles de enseñanza media y están disponibles en YouTube. Para tomarlas utilizaron sus teléfonos móviles, y la calidad técnica que pueda faltarles se compensa con su incontrovertible valor testimonial.