LA HABANA, Cuba – Recientemente Teresita Castellanos, directora de la Red de Bibliotecas Independientes “Reynaldo Bragado”, en un taller celebrado con bibliotecarios de esa institución se refería al desvalijamiento ocurrido a finales del año 1960 de la importante biblioteca pública “José de la Luz y Caballero”, creada el 1 de mayo de 1937 por José Cabrera Díaz en el batey del ingenio Mercedita (en Melena del Sur), considerada en su tiempo (por el valor patrimonial de las obras que atesoraba) como la segunda más importante de Cuba, después de la Biblioteca Nacional.
En su conferencia, ella explicó que su fundador José Cabrera Díaz, oriundo de las Islas Canarias, y ciudadano cubano, fue un reconocido periodista. Se destacó como un hombre martiano, gran promotor cultural, y como defensor de la naturaleza, de la emancipación de la mujer y de la igualdad racial. Se inició en la masonería, y perteneció a la logia Decidida Unión. Era el administrador del central Mercedita, propiedad desde 1925 de la compañía azucarera de Gómez-Mena S.A.
En efecto, sobre el saqueo a la mencionada biblioteca reporta la Enciclopedia Colaborativa Cubana (EcuRed) que “contaba con más de 4000 libros, de múltiples géneros”. Añade que “existían muchísimos ejemplares únicos en Cuba, como una Enciclopedia de 48 tomos. Entre los libros exóticos se encontraban biblias escritas a mano, de un valor extraordinario. Así como los libros árabes que tenían piedras preciosas incrustadas en sus cubiertas. También conservaba una colección de pinturas de relevancia, como originales de Velázquez y esculturas griegas. Asimismo había una colección de periódicos que partían desde la terminación del siglo XVIII”.
Sin embargo, “a finales de 1960 llega una presunta comisión de la Biblioteca Nacional para llevarse muchos de los libros existentes en el local. Y el entonces comisionado del Municipio de Melena del Sur atiende la solicitud y abre la puerta del local. Son llevados todos los textos de valor, pinturas y esculturas de valiosísimo costo. No se deja constancia de lo que se ha retirado, ni hacia dónde se llevará. No existió el inventario de lo proporcionado. También se retiraron los muebles del local. Y los libros que no fueron trasladados, fueron quemados en los hornos de calderas del central”.
Sobre el tema del maltrato al patrimonio bibliográfico cubano, CubaNet entrevistó a Adrián Sosa Blanco, quien dirigió la Casa del Joven Creador, conocida por La Madriguera, y que actualmente es director de la Biblioteca Independiente José Lezama Lima.
Expresa Sosa Blanco que “en el libro Apuntes para la historia de la Biblioteca Nacional José Martí de Cuba (2001) de Tomás Fernández Robaina, se recogen varios testimonios de sus últimos directores. Está el de Aurelio Alonso (1967), quien declara: “Ese apoyo para la conservación de fondos se dio al Instituto de Historia del Partido, y no a la Biblioteca Nacional”; el de Sidroc Ramos (1967 al 73): “La cortedad de fondos fue también un fenómeno en este período, fue un problema”; el del poeta Luis Suardíaz (de 1973 al 76): “En nuestro período de dirección no se logró llevar a cabo la climatización. Eso impidió salvar colecciones muy importantes, sobre todo la prensa cubana, una pérdida irreversible”.
También se puede consultar el de la doctora Marta Terry (de 1988 al 97): “No estoy satisfecha con mi actuación, tenía muchas ideas, proyectos, pero nada se pudo hacer (…) Puedes resumir, diciendo que traté de hacer lo que pude, y como bien me dijo Pacheco en una conversación ante mis quejas, al menos había logrado mantener la Biblioteca abierta”; y el de Eliades Acosta, que asumió el cargo en 1997, hasta el año 2007: “Tratar de ayudar a la Biblioteca y hacerla salir de la situación de desastre que tenía (…) Aquí había un verdadero desbarajuste en la protección y en la organización del trabajo (…) Hubo gente que se pasó del límite y llegó hasta el robo”.
También el escritor Luis Iglesias Pérez abundó en detalles sobre la Biblioteca pública más antigua de Cuba (ostenta el nombre del sabio don Fernando Ortiz), la cual almacena documentos incunables (s. XV), y libros de los siglos XVIII, XIX y XX, valorados como patrimonio histórico-cultural de toda América, perteneciente al Instituto de Literatura y Lingüística, sita en Carlos III, y antigua sede de la Sociedad Económica de Amigos del País, y se refirió a un artículo de Waldo Fernández, publicado en la revista Palabra Nueva, con fecha de abril-2012, titulado “Entre la salvación y la pérdida”, en el que se recogen las quejas de varios usuarios al no poder acceder ya a gran parte de las publicaciones periódicas (justipreciada entre las colecciones más completas de la Isla) que posee dicha institución debido al deterioro progresivo en que se encuentran ahora.
Comentó Iglesias que el periodista señaló que el 90% de las publicaciones periódicas que guarda esta biblioteca están actualmente “en un estado regular o malo”, y que “el 20% de sus libros” se hallan en franco deterioro. Esta situación se acrecienta a través del tiempo, con la inexistencia de la digitalización de la prensa y las revistas cubanas de siglos anteriores, con los manejos erróneos de los documentos, más la falta de encuadernación en algunos casos, el asedio del polvo y las plagas, unido a la carencia del equipamiento adecuado para las restauraciones y a la falta de climatización del inmueble.
Lo cierto es que sin la conservación sistemática no sólo de los libros, de los manuscritos, y las publicaciones periódicas que nos hablan prolijamente desde el pasado; sino también sin la preservación de nuestras artes decorativas, los archivos filmográficos, la fotografía, la música, las tradiciones, los valores morales, y la arquitectura, lo único que nos traerá dentro de poco será la destrucción definitiva de la memoria histórica de la nación, que equivale a decir el desarraigo de los cubanos.
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