LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – El pasado sábado, la televisión nacional realizó la primera entrega de la serie “Las razones de Cuba”, especie de reportaje acerca de la disidencia interna. Mi primera reacción al ver ese bodrio fue pensar: Si eso es lo mejor que tienen para presentar en contra de la oposición, ¡qué jodidos están!
Todo indica que los castristas carecen de argumentos para responder directamente a la oposición, al menos ante el propio pueblo cubano. Por eso, para despertar cierto interés del público, se ven condenados, al igual que lo hicieron durante la Primavera Negra de 2003, a “destapar” a algunos de sus agentes infiltrados en la disidencia.
En este caso, las “estrellas” fueron Moisés Rodríguez —un sujeto expulsado hace más de un decenio, precisamente por ser informante, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional— y Carlos Serpa Maceira, muy conocido en Isla de la Juventud desde la época en que se desempeñaba como policía en Nueva Gerona.
El “plato fuerte” de esta primera entrega es el momento en que Serpa envía a Radio Martí una información deliberadamente falsa. Al parecer, la idea de los autores del serial es que los cubanos piensen: ¡Como miente la radio enemiga! Pero hay otra opción mucho más lógica: ¡Como mienten los agentes de la policía política castrista!
Mientras tanto, continúa, aunque a cuentagotas, el proceso de liberación de los presos de conciencia que prefirieron continuar privados de libertad antes que plegarse al chantaje gubernamental y aceptar salir directamente de la cárcel al exilio. El pasado fin de semana le tocó el turno al combativo Diosdado González Marrero.
Ahora bastan los dedos de una mano para contar a los valientes reos de conciencia que permanecen entre rejas. Todos merecen nuestra admiración y respeto, pero uno descuella por su renombre y sus premios, por ser el que más años de prisión ha soportado, por simbolizarlos a todos: el doctor Oscar Elías Biscet González.
Recuerdo cuando lo recibimos en 2002 en su casita de Lawton, a su llegada desde Holguín, donde había cumplido tres años de injusto encierro. Apenas un mes permaneció en libertad antes de ser encarcelado nuevamente, esta vez en unión del después mártir Orlando Zapata Tamayo.
Llevaba meses en prisión provisional por un supuesto delito de desórdenes públicos cuando el régimen decidió iniciar la oleada represiva de 2003. ¡Claro que Castro no iba a conformarse con hacerle imponer dos o tres años en un tribunal municipal cuando había la posibilidad de almacenarlo durante décadas!
El doctor Biscet fue trasladado del Combinado del Este para el cuartel general de la policía política y se practicó un registro (¡no a él, desde luego, sino a su esposa!). Con esos sencillos trámites previos, los taumaturgos de Seguridad del Estado, la Fiscalía y los tribunales tenían ya la posibilidad de empapelarlo para varios lustros.
Ahora personas de buena voluntad han lanzado su candidatura para el Premio Nobel de la Paz. Al igual que sucedió años atrás con la propuesta de las dignas Damas de Blanco, o más recientemente con el Premio Sajarov otorgado a Guillermo Fariñas, esa merecidísima nominación ha despertado apoyo y entusiasmo en el seno de la disidencia.
Desconocemos si a este “preso de Fidel Castro” el régimen le reserva el último lugar en la lista de las excarcelaciones. Es posible. Lo indudable es que por derecho propio ocupa el primero entre sus iguales que durante años han guardado —y continúan guardando— injusta prisión por sus ideas democráticas.