AREQUIPA, Perú. – En Cuba es famosa la frase “Voló como Matías Pérez”, utilizada para denotar ausencia o la partida de alguien. El proverbio menciona al toldero portugués asentado en La Habana que a finales de junio de 1856 se elevó en un globo aerostático para nunca volver.
Su desaparición fue, y todavía es, un hecho grabado en el imaginario popular de la Isla. Con todo, Matías Pérez no es el único personaje célebre que ha trascendido en la historia de Cuba por esfumarse en circunstancias especiales.
Existe también el caso de Juan Nápoles y Fajardo, también conocido como El Cucalambé, una figura notable de la poesía cubana del siglo XIX.
Reconocido por sus versos en décimas, se destacó por capturar el color local y expresar los anhelos y sentimientos del guajiro cubano. Sin embargo, en 1862, a la edad de 33 años, El Cucalambé desapareció misteriosamente, generando conjeturas que persisten hasta hoy.
A lo largo de su vida, participó en conspiraciones contra España, contrajo matrimonio, tuvo dos hijos y aceptó un empleo en la administración colonial en Santiago de Cuba. Aunque aparentemente llevaba una vida plácida, enfrentaba críticas de antiguos compañeros por su “complicidad” con el gobierno.
En los preludios de la primera guerra de independencia, El Cucalambé experimentó sus propias tormentas internas. Si bien algunas teorías sugieren un posible asesinato por elementos españoles recalcitrantes, la hipótesis más aceptada es la del suicidio.
En años recientes, también se ha planteado la posibilidad de su desaparición tras protagonizar una malversación para evitar enfrentar a las autoridades.
Otro caso interesante es el de André Petit, también conocido como Andrés Quimbisa, Cristo Facundo de los Dolores o El Caballero de Color, un personaje destacado y enigmático del siglo XIX habanero.
Fundador en 1857 de una potencia ñáñiga para blancos llamada Regla Quimbisa, que más tarde en 1863 sería bautizada como Bacocó Efór, Petit es reconocido por sus contribuciones al mundo abakuá y por su participación en eventos cruciales para la integración cultural en Cuba.
El gran triunfo de Petit radicó en que sus iniciativas contribuyeron a la integración de la sociedad cubana, al enlazar a personas de diferentes razas en un conjunto común de creencias, ritos y solidaridades.
Así, el ñañiguismo dejó de ser percibido como un “asunto de negros” para convertirse en una parte considerable de la identidad de la Isla.
Andrés Petit falleció a la edad de 48 años, y la causa de su muerte, así como el lugar de descanso de sus restos todavía permanecen desconocidos. A pesar de su partida, su presencia perdura en muchas casas-templos donde los devotos colocan flores en su honor, especialmente 12 flores blancas con un príncipe negro.
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