HARRISONBURG, Estados Unidos. — Este 22 de marzo se cumplen 120 años de la muerte de Francisco Calcagno, distinguido y prolífico escritor y periodista cubano que nació en Güines, antigua provincia de La Habana, en 1827.
Según las anotaciones que constan en el Diccionario de la Literatura Cubana, este ilustre intelectual fue hijo del médico italiano Juan Francisco Calcagno Monti y de la criolla Dolores Monzón.
En su pueblo natal realizó sus estudios primarios, los que luego continuó en el Colegio Carraguao de La Habana.
En la capital del país estudió Filosofía y Letras hasta graduarse como doctor en esa disciplina.
Al terminar sus estudios universitarios viajó por Estados Unidos, Francia e Inglaterra, países donde estudio los idiomas Inglés y Francés y se codeó con importantes escritores de la época.
Regresó a Cuba en 1860 tras la muerte de su padre y entonces dedicó todas sus energías y fortuna a fomentar la cultura y el progreso en su pueblo natal. Allí creó la primera imprenta, la primera biblioteca, la primera academia de idiomas y el primer periódico, llamado “Álbum Güinero”, en 1862. Todas esas instituciones funcionaron inicialmente en su propio domicilio.
Entre 1864 y 1869 fue subdirector del colegio San Francisco de Asís en La Habana, cargo al que renunció pocos meses después de producirse el inicio de nuestra primera guerra por la independencia para partir hacia Barcelona, donde se estableció definitivamente.
A pesar de vivir lejos de su país natal Francisco Calcagno no se desentendió de la situación cubana y se mantuvo colaborando activamente con importantes periódicos y revistas de la época como La Unión, El Progreso, La Habana, El Faro Industrial, La Prensa, La Razón, El País, La libertad, La Habana Literaria, La Ilustración de Cuba y El Hogar.
Jugó un papel muy importante en la divulgación de la obra de poetas mestizos como Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) y Juan Francisco Manzano, que alcanzaron gran relieve en el ambiente literario cubano de la primera mitad del siglo XIX.
Aunque sus ideas políticas estuvieron vinculadas al autonomismo, Calcagno mostró gran preocupación por la vida y el destino de los afrodescendientes cubanos y esto quedó expuesto en una de sus novelas, la titulada Los crímenes de Concha, la cual fue publicada en 1887 luego de varios años de una escritura silenciosa en medio de la censura que impidió su publicación antes de la fecha en que logró darla a conocer.
En una breve nota firmada por Jorge Camacho y que puede consultarse en Internet, se afirma que aunque esta novela no aborda directamente el tema de la esclavitud, sino la inserción social de los emancipados en los alrededores de La Habana, en ella Calcagno expuso sin cortapisas sus ideas sobre la esclavitud, a la que llamó institución vergonzosa y en trance de muerte, según afirma el investigador.
Calcagno también se destacó como traductor de obras literarias francesas al idioma español. Entre esas obras —afirma el Diccionario de Literatura Cubana— se encuentran Adriana Lecouvreur, Angelo, tirano de Padua y Torquemada.
Su obra intelectual fue abundante y variada pues, además del periodismo, abarcó la investigación histórica, la poesía y la novela. En ella se destacan Notas cronológicas de Güines y su jurisdicción, Escenas cubanas, Poesías del negro esclavo Narciso Blanco, Historia de un muerto y noticias del otro mundo y sobre todo su muy mencionado Diccionario biográfico cubano.
Un dato curioso es que la Biblioteca Nacional de Cuba atesora un ejemplar de ese último libro, el cual tiene singular valor debido a que cuenta con muchas anotaciones seguramente realizadas por intelectuales de la época a los que el autor entregó el libro para que vertieran sus opiniones, lo cual acrecienta su valor informativo, asegura la investigadora Olga Vega García en su artículo Francisco Calcagno y un ejemplar muy especial de su Diccionario Biográfico.
Al tratar de encontrar la mayor información posible para la redacción de este artículo en recordación de este importantísimo escritor del siglo XIX cubano, me llamó la atención la escasa información que con respecto a su vida y obra aparece en las redes. Igualmente sorprende la escueta reseña que sobre su obra y persona hace el Diccionario de Literatura Cubana, algo que no debía ser así teniendo en cuenta la importancia de este creador para la historia de nuestra literatura.
Y si no me traiciona la memoria, no recuerdo que en la Cuba del castrismo se haya publicado siquiera una vez su famoso Diccionario Biográfico Cubano, que ha tenido 13 ediciones desde 1878 hasta 1995.
Sin embargo, varias obras del ilustre escritor se comercializan en sitios de venta de Internet —incluso una elegantísima edición de su obra más reconocida, con tapa de cuero— lo cual indica que el interés por su legado no ha muerto. En ese sentido, la vida y la obra de Francisco Calcagno también es un objetivo pendiente dentro de los estudios literarios cubanos de la academia.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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