LA HABANA, Cuba. — El pasado jueves fue noticia un suceso vinculado con un rapero norteamericano —hijo de puertorriqueño y mexicana— de nombre pedestre: Daniel Hernández. Conviene aclarar que el “cantante urbano” es conocido por su alias “Tekashi Six-Nine”, cuyo “apellido” en inglés —como saben casi todos— significa “Seis-Nueve”. Se trata de una alusión al número favorito del intérprete (y único que tiene tatuado en su cuerpo): el non-sancto “69”.
No obstante, hay que puntualizar que por esas cosas de la modernidad Daniel-Tekashi prefiere emplear una grafía diferente y nada convencional para referirse a su nombre artístico. Para evitar acusaciones de arbitrariedad (no dirigidas a él por imponer esa escritura heterodoxa, sino a mí por no plegarme a ella), informo que ese alias suele escribirse como sigue: “Tekashi 6ix-9ine”.
Es el caso que el rapero visitó La Habana y se hospedó en el hotel Packard, ubicado en el céntrico Paseo del Prado. Hasta allá se fueron veintenas de sus admiradores con la esperanza de ver siquiera de pasada a su idolatrada estrella. Fue en esas circunstancias que se produjo un turbio incidente, durante el cual se lanzaron billetes sobre los presentes, quienes, como es natural, se arremolinaron para embolsillarse el dinero.
Sólo en lo anterior coinciden las distintas versiones de lo ocurrido. A partir de ese tronco común se acumulan variantes bien diversas. El régimen castrista no fue ajeno a lo acaecido. No sólo envió a sus policías a reprimir a los ciudadanos arremolinados; también, por boca del Ministerio del Turismo (MINTUR), dio la versión oficial del suceso.
Esta última, que reprodujeron en portada y al pie de la letra Cubadebate y Juventud Rebelde —no así el Granma—, confirma que el rapero estaba hospedado en el referido hotel. Acto seguido afirma que “dos personas ajenas al cantante, uno de ellos fingiendo ser él, de forma irrespetuosa y con claros fines de provocación, lanzaron billetes hacia la población”.
Los redactores de la escueta nota, no satisfechos con el pasaje de las “dos personas ajenas”, se consideraron en el deber de reiterar: “El MINTUR confirma que los hechos ocurridos no están vinculados con el artista urbano Tekashi 6ix9ine”. Para que se pueda constatar la total falta de flexibilidad e imaginación de los plumíferos castristas, conviene señalar que los sueltos de los dos órganos arriba mencionados ilustran el texto con imágenes del post del MINTUR,… ¡uno y otro con idéntica redacción!
De esta “historia oficial” sólo deseo subrayar en este momento las similitudes y diferencias con otras sentencias emitidas de modo fulminante por los medios masivos del castrismo. Con este incidente acaecido en el Prado habanero ha pasado lo mismo que con las espontáneas manifestaciones de rechazo al régimen escenificadas en más de medio centenar de localidades cubanas el 11 de julio de 2021, sólo que al revés: durante el Gran Alzamiento Nacional Anticomunista los medios de agitación y propaganda dictaminaron de inmediato que se trataba de una serie de ciudadanos que se habían lanzado a calles y plazas siguiendo instrucciones expresas emitidas desde Washington, y repitiendo las consignas concebidas por autores intelectuales extranjeros.
Con el sucedido del hotel Packard también se ha emitido un ucase inapelable. La diferencia es que este de ahora es de signo contrario: los burócratas del único partido legal en Cuba (vaya usted a saber por qué razones) se han considerado en el deber de absolver al rapero Daniel-Tekashi de manera no menos fulminante que la empleada hace poco más de año y medio para condenar a los protestantes del glorioso 11 de Julio.
La prensa cubana independiente, única que merece ese nombre, ha brindado otros elementos de lo sucedido. Las “dos personas ajenas” al rapero han sido identificadas en 14yMedio como “dos artistas que se hacen llamar OTF y Anyelo Pazo”. Por lo demás, el diario digital hecho en la Isla habla de “billetes de hasta 100 dólares” (¡que no digo yo si justificarían el arremolinamiento!), mientras que en otro sitio alude a objetos análogos que “parecen ser pesos cubanos” (que no merecerían ni el esfuerzo de agacharse a recogerlos).
También se habla de “billetes falsos”, lo que, de ser cierto, podría constituir un delito gravísimo, sancionable con largas penas de prisión: el de falsificación de moneda. Asimismo, se recoge la versión de un testigo, quien afirma que los repartidores, al marcharse velozmente del lugar en su auto, habrían atropellado a un anciano (otro delito más).
Este sucedido, y la reacción del régimen ante él, recuerda un incidente de años atrás, relacionado con la actuación de un grupo de diplomáticos españoles. Estos últimos, deseando llevar un poco de alegría a los niños del barrio miserable en el que está enclavada su embajada, se disfrazaron de Reyes Magos y repartieron golosinas. La iniciativa provocó una airada protesta castrista y el consiguiente enfrentamiento internacional.
También ahora se habla de la “forma irrespetuosa” en que, supuestamente, habrían actuado los repartidores de dinero. El MINTUR y los plumíferos castristas no se han molestado en aclarar en qué habría consistido el aludido “irrespeto”, pero ya sabemos que los comunistas tienen una epidermis harto sensible para esas cosas… cuando son otros los supuestos perpetradores, claro.
Por lo demás, lo único cierto y palpable que ha habido en todo esto fue la suspensión del servicio de internet durante varias horas. Como esto sucedió a raíz de los sucesos del Packard, la prensa independiente ha especulado que la interrupción fue deliberada, y perseguía el propósito de evitar que otros cubanos se enteraran por las redes sociales de la repartición de dinero y acudieran en masa al lugar.
Ya lo dice el sabio refrán: “Piensa mal y acertarás”. Este principio general es válido sobre todo con estos comunistas. Entonces hay que convenir en que esa explicación es, con toda probabilidad, la acertada. Y ella reflejaría de modo elocuente las furnias de terror en que están sumidos los panzones del habanero “Palacio de la Revolución”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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