LA HABANA, Cuba. — Desde el centro penitenciario de máximo rigor de Guantánamo, en el oriente del país, el prisionero Arturo Acosta Ramos denunció vía telefónica nuevas represalias de oficiales de ese penal por reclamar la devolución de sus pertenencias robadas.
El recluso se encontraba encarcelado en el edificio 1 del Combinado del Este hasta que fue trasladado para la prisión provincial de Guantánamo el 21 de julio de 2022 como castigo por simpatizar y colaborar con manifestantes del 11J cautivos en la cárcel habanera.
Acosta Ramos había denunciado en un llamada telefónica anterior que el 2 de agosto fue agredido por cinco presos por quejarse de la comida mal elaborada y el maltrato de los médicos. Al regresar del hospital donde le curaron las lesiones provocadas por estos reos, descubrió que le habían robado todas sus pertenencias. Cuando denunció el robo al mayor Eddie Ramírez, reeducador del penal, lejos de tomar medidas con los agresores, lo encerraron en la cámara de torturas que el personal de la prisión provincial de Guantánamo llama “salita de psiquiatría”, una habitación con cinco camas infestadas de chinches, fijadas al suelo, donde lo mantuvieron amarrado de pies y manos, desnudo, durante cuatro días.
Acosta Ramos agrega que el 18 de octubre fue encerrado otra vez en dicha salita por reclamar nuevamente sus pertenencias y protestar porque a uno de los reclusos agresores lo trasladaron a un campamento (régimen de mínima severidad).
El preso también dijo haber sido golpeado y amarrado por el mayor Robert, jefe de tratamiento reeducativo, y el subteniente Marlon, carcelero, quienes lo azotaron con una manguera. Mientras duró el encierro no le dieron alimento alguno, como tampoco lo alimentaron cuando lo castigaron anteriormente. En ninguna de las dos ocasiones lo soltaron ni siquiera para hacer sus necesidades.
Arturo Acosta Ramos es natural de La Habana. Subraya, además, que desde que lo trasladaron a la prisión provincial de Guantánamo no ha podido recibir visitas de nadie. Su único familiar cercano, su padre Arturo Acosta Rodríguez, quedó hemipléjico a causa de un infarto cerebral provocado por una golpiza que le propinaron los militares cuando intentó presentar una queja sobre el caso de su hijo hace cuatro años y no tiene condiciones físicas ni recursos para viajar al otro extremo de la Isla.
La permanencia de Acosta Ramos en el penal guantanamero constituye una violación del Reglamento de Cárceles y Prisiones vigente en Cuba, que establece un límite a la distancia permitida entre el centro penitenciario y el domicilio del recluso.
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