LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Tuve hace poco el privilegio de conversar durante varias horas con José Daniel Ferrer, uno de los setenta y cinco disidentes que fueron encarcelados durante la Primavera Negra, en el año 2003, cuando el gobierno quiso silenciar las voces de un grupo de periodistas independientes y activistas sociales que denunciaban su régimen absolutista, sus olvidos culposos y manipulaciones informativas, su irresponsabilidad social, y que además, pedían reformas políticas. Por esas ironías de la semiótica, al año siguiente se imprimieron –como siempre, y como si nada– monedas de cinco centavos con la inscripción republicana de “Patria y Libertad”.
Hablamos sobre el “trabajo operativo secreto”, el régimen carcelario de Cuba, los intríngulis del gobierno, anécdotas históricas y personales, literatura, poesía, y asuntos privados.
Me mostró algunos videos de las actividades que regularmente hace la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), un movimiento cívico por la democratización y los derechos humanos, en el oriente del país: debates políticos en camiones de transporte público, lanzamiento de octavillas en los parques de recreo, marchas pacíficas con decenas de personas, que caminan por las calles tras un lienzo desplegado con el lema de “¡Vivan los Derechos Humanos!”, y gritan consignas como “¡Abajo la dictadura!”, “¡Abajo el hambre!”, y “¡Vivan las Damas de Blanco!”. Estas acciones, que a menudo son motivo de represión policial, están dirigidas especialmente a conjurar los miedos de la ciudadanía, que durante décadas ha sido educada bajo el principio de adoración al gobierno.
Me decía que en Oriente muchas veces no había gasolina para las ambulancias de los hospitales, pero bastaba con que ellos anunciaran públicamente una marcha cívica, para que se desplegara un operativo policial con guaguas a tanque lleno, camiones y patrullas. Eso demuestra que la prioridad número uno del gobierno no es la educación ni la salud, sino la represión.
La primera vez que vi a José Daniel fue en el verano del año pasado, cuando participó en un Estado de SATS haciendo un comentario desde el público. No sabía que acababa de salir de prisión, con sólo unos meses de haber recuperado la libertad, y la sordidez de su testimonio sobre el llamado “trabajo operativo secreto” me fue inolvidable.
La segunda vez que lo vi fue en el espacio “Cine a toda costa”, una tertulia convocada por Estado de SATS, en la cual se exhiben audiovisuales polémicos, y censurados por las instituciones culturales de la Isla. En ella, durante la noche del viernes 6 de julio se proyectó el documental “Los nietos de la Revolución”, de Carlos Montaner, con entrevistas a los jóvenes rebeldes de las nuevas generaciones, fueran o no intelectuales. Este filme fue mostrado en defecto de “Los hijos de la primavera”, que originalmente había sido programado para ese día. Pero el plato fuerte vino al final, cuando salieron del público tres de los doce presos de conciencia de la Primavera Negra, que decidieron permanecer en Cuba y “no claudicar” –como dijera Antonio Rodiles, el coordinador principal de Estado de SATS. Eduardo Díaz Fleitas, José Daniel Ferrer y Ángel Moya conversaron con el público durante más de una hora. Reinaldo Escobar, bloguero independiente, les agradeció su cautiverio, pues gracias al absurdo de éste, y a las consecuencias políticas que trajo, se evitaron las encarcelaciones futuras de los periodistas independientes que vinieron después. Y un pastor cristiano les aseguró que “ellos eran los verdaderos héroes”, aludiendo implícitamente a la dudosa heroicidad de otros hombres que han trabajado para los servicios secretos del gobierno cubano. Ninguno de estos opositores pretendió jamás convertirse en héroe, ni en los salvadores de un todo pueblo, sino quisieron ser únicamente hombres libres, de palabra y acción.
Se sentía el orgullo y la admiración en el aire que respiraba la audiencia. Y es que personas como ellos le han devuelto la vergüenza, la dignidad y la esperanza a los cubanos, pues se atrevieron a decir “no” cuando todos decían “sí”, y han limpiado con su decoro la vergüenza de tantos jóvenes, que una y otra vez se han preguntado, desanimados, “por qué no pasa nada, y por qué nadie hace nada, cuando todo está tan mal”, y así prosigue el miedo, la mentira y la apatía, enfermando el alma de los cubanos.
Todos los gobiernos practican una moral cínica respecto a la historia. Por un lado ensalzan a los héroes que lucharon por la libertad, y se rebelaron contra la hegemonía de un poder establecido, y por otro lado encarcelan y asesinan a quienes osan replicar a sus injusticias. Siempre ha sido igual: los subversivos del presente son los héroes del mañana. Algún día, cuando las aguas tomen su nivel, habrá una escuela primaria que se llame Vilma Espín, como la de Centro Habana, y otra que se llame Laura Pollán.