LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – El en el año 2008 se registraron 91 fallecimientos por accidentes de trabajo, incluidos 28 en la vía, dos de los cuales ocasionaron varias muertes, según informó la señora Felicia Villarreal, directora de la Oficina Nacional de Inspección del Trabajo (ONIT).
El año pasado continuó la tendencia creciente de muertes por incumplimiento de las normas de protección. En el primer semestre de 2010 murieron cuarenta personas. Cuando se dan cifras de muertos rara vez se informa de los que sobrevivieron el momento del accidente y murieron posteriormente a causa de las lesiones, ni se conoce el número de enfermos por circunstancias del trabajo.
La negligencia de las autoridades respecto la salud y la vida de los obreros en la fábrica de piensos Tato Rodríguez, de Camagüey, es más que evidente. Las medidas de protección e higiene se cumplen al 15 por ciento. Y esto no es un caso excepcional.
La protección laboral comprende tres aspectos cardinales: estado emocional del trabajador, condiciones satisfactorias para el desempeño de la labor, y uso de medios colectivos y personales de protección.
La prevención de accidentes no puede marchar bien si, como señala ONIT, no hay suficiente cultura de prevención por parte de trabajadores, jefes y técnicos gestores de seguridad y salud del trabajo.
Las provincias Holguín y Ciudad de La Habana tienen el récord de decesos y lesionados, y los ministerios de Agricultura, Industria Básica, Construcción y Azúcar son reincidentes en este grave problema de los accidentes laborales.
La funcionaria reconoce que “persiste la indisciplina administrativa en el control, evaluación e identificación de las causas, porque ha fallado el trabajo preventivo, que es lo más importante”.
Las multas a infractores de normas no han resuelto el problema, que sigue latente.
Al cierre de año, según la señora Villarreal, sólo se había ejecutado el 70 por ciento del presupuesto destinado a medios de protección y “aunque estén identificados los riesgos, si no se ejecutan las medidas, se dificulta la prevención” –afirmó.
El tema va más allá de los aspectos técnicos, debido a la secuela de luto familiar que deja, y los subsidios que debe distribuir el Estado por muerte o incapacidad laboral.