FILADELFIA, Pensilvania, diciembre, 173.203.82.38 -Admitamos en principio, a manera de hipótesis de trabajo, que el reciente anuncio hecho por Raúl Castro Ruz, Regente en Jefe de la tiranía cubensis, al repetir una vez más aquello de: «es preciso que el país y sus dirigentes rectifiquen los errores cometidos porque, de lo contrario, “la revolución” se hundirá» pudiera tratarse todavía de una verdadera “noticia” a estas alturas del juego. Según reportan desde La Habana varias fuentes periodísticas acreditadas allí, que son a fin de cuentas, una misma y única fuente de noticias, no de otra cosa deberá tratarse. Es decir, que se acelera de pronto el movimiento de las rotativas que nunca paran, ni cuando el papel falta o la tinta escasea, y circula el aparente notición. Se vuelve a imprimir un movimiento centrípeto en la artesa del Socialismo criollo, a la noción siempre esperanzadora de que “ahora sí”. “Pronto vamos a alcanzar el comunismo por la vía de la rectificación de errores” o “el verdadero socialismo” o “el socialismo puro”, etcétera. Y gritan aprovechando el apagón los chuscos de siempre, mejor enterados: “Otro cubo de mierda, caballeros, que si no, no alcanza la mezcla para la construcción del comunismo”.
El interés de esta presunta “noticia” o “anuncio” del hermanito, claro está, no sobrepasa el plano correspondiente de la locura in extremis como manifestación o consecuencia del ejercicio absoluto del poder, que aún en manos de un Regente, es demasiado poder para un solo individuo, especialmente en tratándose de un anciano beodo y, aunque mañoso, sin la escuela y el repertorio en agudezas trapaleras de su hermano el rey. Porque, ¿quiénes en su sano juicio podrían a estas alturas del velorio, creer que el muerto pueda levantarse ni siquiera para cambiarle el agua a los pececitos, cuando más para ponerse a rectificar errores. “Esta gente —según declara un buen amigo mío— no sólo no tiene buena ortografía, sino que también les falta madre, porque confundir así de un plumazo “errores” con “horrores” no es cosa solamente de mala ortografía”. Concuerdo absolutamente con la apreciación tan exacta de este amigo, pero no insistiré aquí en ello, puesto que de otra cosa se trata.
El discurso de marras se parece demasiado a otros discursos del propio Regente, que ya antes fueran emitidos por su hermano el rey, en retiro o semi-retiro ahora. Palabra por palabra se parece demasiado como una copia al carbón a otra copia al carbón —comparación ésta que no resulta nada festinada en cuanto a los medios empleados en tratándose del actual reino de Trapisonda de Cuba, dicho sea de paso. Al abismo se precipitó todo, según da cuenta la sabiduría popular, al decir que Batista “dejó al país al borde del abismo, y entonces Fidel dio el gran salto hacia delante”. Claro, no se trata de que el Regente se entere apenas ahora, según parece, de semejante hecatombe, antes bien lo descacharrante de su declaración tiene más que ver conque el mencionado sujeto cifre lo que él contempla como posibilidad de “caer en el abismo” en el supuesto hecho de haberse apartado demasiado del modelo socialista, o en su defecto, no haber interpretado correctamente en todo momento lo que pretendidamente el socialismo habría supuesto de oportunidades, progreso, y realizaciones en todas las esferas. ¡Vamos, como en el otrora “campo socialista”, ¿no es eso? Una vez más invoca el hermanito los fantasmas del miedo: ¡Os van a arrebatar las cadenas en las que se funda vuestra dignidad! Una vez más (¿cuántas más por Dios loado?) se atribuyen las supuestas fallas del modelo conjurado a la actuación de “los dirigentes”, para ocultar que el modelo es la falla misma, y los dirigentes no son otros que el propio Regente y su monárquico hermano y los acólitos del culto de uno y otro durante más de medio siglo de historia, dominada, sometida y dictada a capricho por ellos y la casta gobernante, y no los administradores, capataces y diversas clases de empleados a quienes se encomienda en la base de la pirámide el control y mejor explotación del feudo para beneficio exclusivo del estado depredador.
El llamado de Raúl Castro Ruz a «desterrar definitivamente el secretismo y la mentira entre los cuadros dirigentes del país» suena demasiado a cantaleta o a “muela” ni siquiera cínica, sino descarriada. Suena, digámoslo, a bobería. Si como afirma —nada nuevo, reitero— que «quien mient[a] debe ser removido definitiva y no temporalmente del cargo que ocupa e incluso ser separado de las filas del Partido Comunista”, lo cual sí sería noticia de cumplirse, habría que dar por desmantelado el aparato del estado cubano. ¡Fin del castrismo! Entérese, compañero general del asunto, por delegación y nombramiento a dedo de su hermano: la misma palabra “comunismo” hace ya tiempo pasó a ser sinónimo de mentira, truculencia, hipocresía y farsa trágica. Los cubanos todos lo saben. Del primero al último militante hasta el último de los siervos de la gleba. Tal vez pueda usted seguir engañando a los adeptos y fieles de su tribu, que opten por creer hasta el fin en el dogma de la fe vándala que usted representa hoy, y busca prolongar estirándola como una vieja liga de caucho. Para el resto, usted ya no puede ser profeta de auroras ni agorero de vaticinios inescrutables, sino en todo caso falso adivino de lo que está a la vista. Para el caso ni profeta de auroras ni de nada. Usted, como el sistema, está acabado.
El fin se acerca como sabemos. El Regente, y su hermano el rey en retiro o semi-retiro lo saben, lo presienten. Vamos, que se la huelen con lo que les va quedando del buen olfato de perros de presa que los caracteriza y con cuya eficacia han contado todos estos años para eliminar enemigos verdaderos o potenciales, cuando esos enemigos aún no soñaban con llegar a serlo. ¿Habría que proporcionar aquí una lista interminable con algunos de sus nombres a manera de recordatorio? No lo creo imprescindible.
Las recientes declaraciones de Raúl Castro Ruz no son reveladoras de otra cosa sino de un estado de pánico que acomete al poder y se expresa de este modo sesgado por boca de su Regente en Jefe. Perro que ladra, podría muy bien emprenderla a mordiscos en la cola de sus congéneres. Pero también podría originarse de este modo una verdadera pelea de perros en la jauría, que seguramente ha estado aguardando su hora de todos los perros. ¿Será posible que sea a esta pelea entre miembros de una misma camada a la que tema el Vaticano que se produzca, según se anunciara recientemente? ¿A qué le teme el Vaticano a fin de cuentas? No sería de extrañar que alguien enviara de urgencia al correveidile del cardenal Ortega con intención de apaciguar tan insolidaria congregación canina, agitando un hisopo celeste impregnado de buenas y mejores intenciones.
Por lo demás, reitero: ¿Dónde está la novedad en la noticia que se divulga a bombo y platillo? ¡Habló Raúl! ¿Habló? ¿Quién? ¿Y qué dijo? ¿A quién le importan todavía las mismas bobadas de siempre?
Rolando D. H. Morelli, Ph. D., profesor, escritor e intelectual cubano exiliado reside en Philadelphia