LA HABANA, Cuba.- Con motivo de la conmemoración el 25 de noviembre del Día Mundial para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, designado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), los medios informativos nacionales han dado profusa cuenta de las acciones y campañas que autoridades e instituciones desarrollan para promover el trato más justo hacia las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de la sociedad.
En los últimos tiempos instituciones oficialistas, así como reconocidas personalidades públicas —artistas, atletas, intelectuales, académicos y líderes sociales y comunitarios— desarrollan intensas campañas en diferentes espacios contra todas las formas de violencia que todavía persisten y se manifiestan sobre todo en los ambientes intra familiares.
Campañas publicitarias y mediáticas, exposiciones y debates académicos, conciertos y otras acciones tratan de fortalecer la conciencia y la sensibilidad social sobre la persistencia de patrones machistas y la consecuente violación de la integridad y la dignidad de las mujeres que sufren maltrato físico y psicológico y hacen profunda mella en las declaradas intenciones de igualdad que promueven, al menos verbalmente, las autoridades cubanas.
Yo personalmente no dudo de la sensible honestidad de muchas de las personas que participan de esas campañas, sin embargo cierran los ojos y guardan culpable silencio ante actos y comportamientos que desde el poder violan y desconocen los valores y principios que promueven estas campañas.
Constituye una vergüenza la persistente violencia institucional de las fuerzas represivas del régimen de La Habana contra las mujeres opositoras y defensoras de los derechos humanos, casi cotidianamente la policía política ejerce la más cruel violencia contra pacíficas e indefensas mujeres que solo hacen uso del legítimo derecho de reclamar justicia para todos sin distinción.
Tal vez para los artistas, académicos y líderes institucionales y de opinión oficialistas, tan preocupados por el sensible tema, las Damas de Blanco y demás opositoras que con tanto valor y convicción enfrentan la criminal y cobarde violencia de los represores no son mujeres, ni son dignas de su atención.
Aunque los representantes residentes de la ONU en Cuba convalidan todas las posiciones y proyecciones del gobierno de la Isla sin adoptar actitudes críticas ni solidarias con el pueblo cubano, tanto el Comité de la ONU para la Eliminación de la violencia contra la Mujer (CEDAW) como el Comité de la ONU para la Libertad de reunión y manifestación pacífica, han cuestionado fuertemente a las autoridades cubanas por sus violaciones flagrantes y permanentes de estos derecho, en especial contra las mujeres.
No son solo las mujeres opositoras las víctimas de la violación de sus derechos por parte de las autoridades. La impunidad y crueldad de las fuerzas policiales se manifiestan contra las mujeres que ejercen la prostitución, quienes son persistentemente extorsionadas y violentadas físicamente por los agentes del orden y, lo que es mucho peor, son privadas de su libertad ilegalmente, porque este lamentablemente extendido ejercicio no está previsto y sancionado en el código penal vigente.
Muy retrasadas están las autoridades cubanas en el respeto y la protección de la identidad de género, lo cual se manifiesta en la irrespetuosa violencia que ejercen las autoridades policiales contra la comunidad transexual, en permanente estado de indefensión legal y social.
De igual forma las mujeres, en algunos casos ancianas que ejercen el trabajo por cuenta propia o que por necesidad participan de la economía informal son víctimas de la presión y la extorsión de inspectores fiscales y demás autoridades.
Las autoridades cubanas no muestran preocupación o sensibilidad para activar mecanismos de protección o equilibrio económico al creciente sector de madres solteras y mujeres encargadas de la economía familiar en un medio cada vez más hostil en este campo.
Más allá de las campañas publicitarias, los patrones machistas hegemónicos prevalecen en Cuba, lo cual se manifiesta en las imágenes propagandistas y mediáticas de la mujer que resultan todavía irrespetuosas y poco edificantes. La llamada música popular bailable resulta acaso el ejemplo más lamentable, puesto que en sus letras la mujer es colocada en el escalón más bajo de la consideración social, lo cual se agrava por la influencia que esta manifestación “cultural” ejerce en la formación de patrones y referencias sobre todo en los jóvenes.
De cualquier manera el Día Mundial para la Eliminación de la Discriminación Racial, establecido por la ONU cada 21 de marzo, no recibe en Cuba, ni por asomo, la atención mediática del tema de la violencia de género. A veces, el 21 de marzo instituciones oficialistas realizan alguna actividad alegórica, pero que nunca recibe atención o repercusión de la televisión o la prensa plana.
El discurso oficial por interés coyuntural puede ser más o menos altisonante, sin embargo lo que no varía es la definición hegemonista de un poder que no concede voz propia a los excluidos de siempre. Más allá de las palabras o las campañas de turno en Cuba mujeres, afrodescendientes, obreros, campesinos, homosexuales somos objetos inermes de la represión o la manipulación que nos desprecia.