LA HABANA, Cuba. – Los nuevos tiempos que se viven en Cuba, donde la ortopédica economía socialista parece poco a poco suplantada por un tipo de capitalismo propio de los inventos del cubano, han comenzado a aparecer en las calles nuevas formas de relaciones contractuales con los empleados del estado.
Ejemplos son el pago del consumo eléctrico, el agua y otros servicios sociales, donde se abona un poco más de lo estipulado, pero más tarde, ¨así no te multan, ni te cortan el servicio¨, asegura Jacinto Frías, de 80 años vecino de el palo, municipio Playa, ¨cuando fueron a cobrarme la electricidad de mayo, convine con el cobrador pagarle en junio los dos meses, con un dinerito extra por la cortesía¨.
De igual forma coordinaron el pago del agua ¨un poco más, pero más tarde¨, varios vecinos del reparto Flores, que al momento de pasar el empleado de Aguas de La Habana cobrando el servicio, no contaban con el dinero suficiente.
Más ejemplos recogidos en diferentes sitios de la capital se extienden también al área de los cuentapropistas, como carretilleros y vendedores de carne de puerco, que anotan en una libreta las deudas de los necesitados para cobrar a fin de mes, con una punición adicional.
“Economía de sastre”, dice Ángel, de 79 años y jubilado del sector de comercio, residente en el barrio La aldea de Romerillo. “Antes de 1959 uno podía concertar con el sastre la confección de un traje, y pagarlo algo más caro días después, cuando se tuviera el dinero, así se resolvía la situación, se estrenaba el traje el día del evento, o la celebración, y tanto el modista como el cliente quedaban satisfechos.”
Pero Monono, impedido físico de 72 años, vecino de 226 entre Tercera B y Tercera C, en Jaimanitas, a quien le amputaron la mitad del pie derecho producto de su diabetes, recuerda que ¨en aquel tiempo el sastre te confeccionaba el traje a la medida en cuestión de horas, y si no tenías el dinero ajustabas pagarlo después, un poco más caro, en cambio llevo un mes esperando mi sandalia del pie derecho, que pagué por anticipado en la zapatería Cuba-RDA, de Marianao, y aún nadie de ese establecimiento puede decirme cuándo estará¨.
“Fui al taller en el mes de abril, con la receta de sandalia para mi pedazo de pie, solicité que me hicieran dos, porque como sobrevivo de la reventa de objetos en la calle gasto mucha sandalia. Me dijeron que solo podía acceder a una por receta. Tal vez para ahorrar material la hicieron con una suela muy fina, que se gastó en menos de lo que canta un gallo y se le abrieron huecos. Regresé al taller en mayo, con otra receta y el zapatero se molestó mucho al verme. Pagué nuevamente los veinte pesos que solicitan por anticipado, y ya he ido tres veces a buscarla, pero no me dan respuestas. Con el trabajo que me cuesta el viaje hasta allá.”
Cuenta Monono que nadie, ni el zapatero, ni la recepcionista, ni el administrador del taller Cuba-RDA le dan razón de la sandalia. Todos dice lo mismo: No se sabe. ¨Tal vez sea una represalia por mis quejas, o un mal trabajo del taller, pero creo que lo que buscan es sacarme más dinero. La última vez me dieron un número de teléfono, pero cada vez que llamo me dicen lo mismo: No se sabe¨.
¨La sandalia es de muy mala calidad, con la suela muy fina, y veinte pesos es lo que me gano en el día con mi negocito de reventa de cigarros, apenas me alcanza para la comida del día. Aquí ya nadie se conduele con los necesitados, para el que cobra todos somos iguales: lo mismo si es un anciano, un impedido físico, o un gerente de una firma. Si pagas más te satisfacen al momento, si pagas más pero más tarde igual te atienden con esmero, si eres insolvente te dan el número de teléfono y te dicen que llame, para ver si muerdes el anzuelo. Yo voy a esperar hasta cansarlos, total, si al mes siguiente tendré que ir a solicitar otra, porque la suela no sirve, es muy fina, yo camino arrastrando el pie por la calle, y se gasta muy rápido¨.