LA HABANA, CUBA. — Yisel García tiene 22 años y su vientre crece como el de cualquier embarazada. Deberá sobrepasar el primer trimestre del embarazo que es el que conlleva más riesgos de aborto. Está presa en la cárcel de mujeres del Guatao, sentenciada a siete años de privación de libertad.
De lunes a domingo, Yisel es conducida al hospital Manuel Fajardo en el Vedado, donde debe limpiar el séptimo piso completo, incluyendo las escaleras. Hasta que se cumplan los primeros tres meses de gestación deberá seguir trapeando esa y cualquier otra sala del hospital.
Su madre le lleva algo para matar el hambre y se contenta con poder verla más a menudo. En el penal las visitas familiares son más esporádicas. Pero está agotada. Si antes sentía cada mañana al despertar el sinsentido de estar encarcelada por un delito que afirma no haber cometido, y que en todo caso no quedó suficientemente probado, ahora los cambios hormonales no la dejan parar de llorar.
Su vía crucis
Comenzó el 23 de junio de 2011 cuando fue llamada a la oficina del funcionario José Antonio Herrera, administrador de la Oficina de Correos de Santiago de las Vegas, en La Habana, donde trabajaba hacía poco más de un año, primero en la ventanilla atendiendo al público y luego como cajera. Ese día Herrera le comunicó que, según documentos, entre los meses de abril, mayo y junio faltaba dinero que no se había entregado a TRASVAL, la agencia estatal de transporte de valores; y que ella y la contadora, Belkis Cabrera, eran las responsables.
Sin embargo, le dijo que el asunto se podía arreglar internamente sin más comentarios si ambas colaboraban, poniendo 18 000 pesos. Del resto se encargarían “ellos”. Yisel se negó, alegando que ella no había tomado el dinero, y que no tenía ningún motivo para evitar la investigación. Si los directores no denunciaban el hecho a la fiscalía, les comunicó, lo haría ella misma. Y así fue.
Su carta a la Fiscalía
La carta de Yisel a la Fiscalía General de la República fue escrita el 6 de julio de 2011. En ella puede leerse: “…Yo me negué en todo momento a poner el dinero ya que no soy responsable por ese faltante, y les dije que fuéramos a la policía si él quería. Él (José Antonio Herrera) no ha denunciado el caso hasta la fecha, tratando de convencerme de que lo resolvamos internamente sin tener que recurrir a la justicia. Eduardo Guerrero, director municipal, también está enterado del caso y no hace nada. El 4 de julio el subdirector de la empresa de Correos de Cuba, apellidado Manzano, habló conmigo y con Belkis para que tratáramos de poner una parte del dinero y nos dijo acerca de la otra parte que “él sabia como arreglarlo.” Y Yisel concluye su carta a las autoridades: “Yo estoy desesperada, solo saben amenazarme e intentan infundirme miedo. Como sé que no tengo la culpa de nada les pido a ustedes que hagan algo.” La carta lleva en el encabezado un cuño de la Fiscalía General con la fecha 11 de julio de 2011, lo que confirma que fue recibida ese día por esa institución.
El resto del asunto se vuelve, una vez más, kafkiano.
El mismo administrador, que comenzó extorsionando a Yisel, la mando a otra sucursal como encargada de limpieza. Así que ella pidió la renuncia y se fue para su casa, dejando que pasara el tiempo, esperando algún cambio en su vida. Al cabo de 10 meses no llegó lo que estaba esperando. Sí recibió, en cambio, una citación para la Unidad Policial de Instrucción de 7ma. y 62, en Miramar. El instructor, sin permitirle contratar un abogado, porque en Cuba los acusados no cuentan con ese derecho durante el proceso de instrucción, que se puede extender indefinidamente, pasó a decirle que como ella no quería colaborar, que no era otra cosa que auto inculparse, la encerraría en la prisión de 100 y Aldabó, también en La Habana.
Testificar contra sí misma
En esa tenebrosa institución del Ministerio del Interior –similar a Villa Marista–, la joven fue recluida en una celda muy fría. Sobre una mesa, una hoja de papel y un lápiz, para que por escrito “confesara sus culpas”. Como la hoja permaneció en blanco, la sacaron muchas horas después tiritando de frío a un calabozo muy caluroso con presas violentas. Pero tampoco eso la hizo testificar contra sí misma.
Mientras tanto, la suma faltante iba en ascenso pues la auditoría realizada en la Oficina de Correos de Santiago de las Vegas arrojó una cifra de 204 997 pesos. En tres meses difícilmente pueda perderse esa cantidad de dinero, pero este dato tampoco varió el blanco de las acusaciones.
Después de varios días de interrogatorio, y en espera de juicio, fue trasladada a la prisión de mujeres del Guatao, la misma donde está actualmente. Así llevaba un año, mientras su madre daba carreras y hacía cartas de súplica para conseguir sacarla en libertad bajo fianza hasta la celebración de la vista.
Vuelve a la cárcel
Durante el proceso celebrado en 2013, y con las irregularidades típicas de la aplicación de la ley en Cuba, la contadora Belkis Cabrera, acusada como ella de malversación y de falsificación de documentos, declaró que Yisel no tenía que ver con los hechos que se estaban juzgando. Pero su testimonio fue desestimado a la hora de dictar la sentencia de siete años a la que fue condenada.
El 6 de marzo de 2014, el Tribunal Supremo Popular declaró con lugar el recurso de casación por quebrantamiento de forma establecido por ella y la contadora contra la sentencia, que resultó de ese modo anulada. Entre los defectos señalados aparecen el haber sido prácticamente reproducida las conclusiones de la parte acusadora, por otro lado, insuficiencias del relato de los hechos en la sentencia, el no haber quedado debidamente probado el vínculo entre ellas y el modo en que supuestamente se apropiaron de la cuantiosa suma; quedando todo en el plano de lo general y subjetivo.
Sospechosamente, tras ser dictada una nueva sentencia, idéntica a la anterior, el mismo juez Plácido Batista Veranes declaró sin lugar un recurso de casación similar al que se había presentado.
Yisel volvió a entrar a la cárcel el 31 de octubre de 2014, esta vez sin saber que estaba embarazada. Ahora todas sus esperanzas están puestas en que, próximamente, con asesoría legal de Cubalex, una organización de abogados independiente, se interponga un recurso de revisión de la sentencia dictada.
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