BUENOS AIRES, Argentina — Ante el fin de la Ley de Ajuste los cubanos se lanzarán en estampida hacia Estados Unidos. ¿Está Miami preparado para los cientos de miles que en la Isla poseen pasaporte español y pueden entrar como turistas? ¿Están La Florida, New Jersey, y las oficinas migratorias de EE.UU. listas para la avalancha de cubanos residentes en América Latina que tienen visa para entrar a EEUU? Cientos de miles que hoy dudan, emigrarán en esa última hora.
El aparato de inteligencia del régimen ha preparado a la opinión pública para el fin del embargo. La euforia es notable, sobre todo por las expresiones que se escuchan en las calles cubanas o leyendo a los voceros castristas en las redes sociales, todos cantando victoria.
Pero el fin del embargo implicará el fin de la “Ley de Ajuste Cubano”. La ley estadounidense que el Partido Comunista y la cúpula militar del régimen culpan de que los balseros cubanos se echen al mar, la ley criminal, “ley asesina”.
Bajo esta ley, aprobada por el Congreso estadounidense en 1966, todo cubano que ponga un pie en EE.UU. recibe al año y un día la añorada residencia estadounidense. Un privilegio único para un pueblo cuyo pasaporte es rechazado en cualquier país del mundo.
Es innegable que esta ley ha propiciado la prosperidad del pueblo cubano en Norteamérica, llegando incluso a ser el de mayor representatividad en la Cámara de Representantes, el Senado, en grandes compañías y altos centros de estudios.
Pero con las relaciones entre EE.UU. y Cuba, anunciadas al unísono por Obama y Raúl Castro, potenciales turistas estadounidenses pagando con tarjetas de crédito en la Isla, Mac Donal desembarcando en La Habana y la apertura de un consulado cubano en Miami, que sentido tiene dar categoría de refugiados políticos a los cubanos.
Los representantes cubano-americanos en el congreso de EEUU han demostrado talento y capacidad política, saben que con la caída del Embargo y la Ley de Ajuste se producirá una crisis migratoria de magnitudes imprevisibles.
La pregunta es: ¿Está Obama preparado para recibir una avalancha de refugiados? ¿Lo saben los demócratas quienes casualmente han sufrido El Mariel en 1980 y la Crisis de los Balseros en 1994? Esperemos que sí, que su equipo esté listo para jugar esta partida de ajedrez.
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