LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -En Palma Soriano, la familia Figueredo no encuentra manera de salir de la crisis, dejada por el ciclón Sandy de octubre pasado, que acrecentó ése otro ciclón fuerza cinco, llamado período especial, estacionario en Cuba desde hace veinte años.
Pedro Figueredo, Perucho, un tataranieto del patriota de igual nombre que desde la montura de su caballo escribió el himno nacional, está sin trabajo hace casi una década, cuando firmó el Proyecto Varela que solicitaba al gobierno la celebración de un plesbicito. Era ingeniero mecánico de la Marina Mercante, había descubierto en sus viajes por el mundo la tragedia del socialismo y eso le costó el puesto, y más tarde la libertad, condenado a 4 años de trabajo correccional con internamiento, castigo enmascarado bajo una causa común, una escaramuza de la policía política como represalia a sus ideas, que también arrastró a su hijo Michel a la cárcel.
Perucho sobrevive de sus conocimientos de mecánica. Arregla automóviles, motos, lavadoras, ventiladores, cafeteras, cualquier cosa. Cobra barato porque dice que la gente no tiene dinero y él no es un explotador. Lo poco que gana lo emplea en comida para la familia, y en petróleo, el combustible de la cocina.
Su madre Tomasa tiene ochenta y ocho años, fue mensajera en la Sierra Maestra y les cocinó los últimos meses de la guerra a los rebeldes de la columna 9. Mantiene fijación con la sopa de vegetales, la comida de la guerrilla. Conserva también el mismo espíritu revolucionario de combate, de aquella tropa mítica a las órdenes del comandante Hubert Matos, que derrotó a la tiranía de Batista.
Dice Tomasa que ahora su tropa es su familia, y el enemigo los precios, que andan por las nubes, y la desconsideración social, que no tomo en cuenta si eres una viejita, un enfermo, un minusválido, lo que importa es el dinero. Mientras sirve la sopa de vegetales, la vieja luchadora le recuerda a su tropa, que vencerle el día al enemigo es la única misión posible.
Michel Figueredo de 30 años, nieto de Tomasa, hijo de Perucho, fue arrastrado burdamente en la causa de su padre sin haber visto siquiera la moto, móvil del delito, traída a la casa por un amigo para repararla y venderla, y que resultó ser robada. En aquel momento Michel aún no había firmado el Proyecto Varela, pero había manifestado en público su entusiasmo por la idea que mediante su firma, ayudara a solicitar una consulta a un gobierno tan inconsulto. Y eso fue suficiente.
La familia Figueredo es una más de las tantas familias orientales de linaje mambí, descendientes de patriotas protagonistas de hazañas y epopeyas, que hoy viven en el olvido y la más absoluta miseria.