BAYAMO, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Vivian Infante me sugirió la lectura del libro Con gran amor, de la escritora italo-cubana Alba de Céspedes, nieta del Padre de la Patria.
Acercarme a nuestra historia a través de la visión de la nieta del prócer independentista, e hija de uno de los Presidentes de la República, me pareció al menos una experiencia interesante.
Nacida en Roma, en 1911, y fallecida en Paris, en 1997, Alba se considera una figura de cierta relevancia en las letras italianas. Según Luisa Campuzano, “proyectó su obra hacia nuestros días por las inquietudes sociales que la sostienen, los compromisos que asume, los diversos medios en que se expresa y la fluidez de sus fronteras culturales”.
A mediados de 1968, en el centenario del inicio de las guerras de independencia, Alba de Céspedes fue invitada por la dictadura, que en ese momento llevaba solo nueve años en el poder, a los actos por la efemérides. Por inocencia o curiosidad, e insertada de alguna manera en esa izquierda europea que idolatraba a Fidel Castro, Alba vino a Cuba y se convirtió en centro del evento. Emocionada, habló de su abuelo, desde La Demajagua, y alabó al todavía joven régimen militar, considerándolo el espacio donde su abuelo vería realizados sus ideales de justicia social.
De esa visita a Cuba salió el compromiso editorial de escribir este libro, una novela donde trenza su vida con la historia de la Isla, y la revolución de Yara con el asalto al Cuartel Moncada y la tiranía de Fidel Castro.
A su muerte, en Paris en 1997, casi treinta años después de su visita a Cuba, se supo que nunca había terminado la obra. Pero en 2011, Ediciones Unión, hizo la presentación de Con gran amor , aclarando “…hoy podemos publicar gracias al largo y riguroso trabajo de edición de Marina Zancan y sus colaboradoras, al empeño de su traductora y a la generosidad de quienes han autorizado y financiado esta edición”.
Sin embargo, ¿qué hay en este libro? Una loa al dictador cubano, que quizás por conciencia Alba de Céspedes evitó terminar, y anécdotas insípidas sobre los cabecillas del 26 de julio.
Son salvables en el texto los recuerdos de la autora sobre El Vedado, la locura de su madre y la pobreza en que llegaron a vivir tras la muerte del padre en 1939, la honestidad de ese hombre, y su dolor por el devenir político de la República luego de la revolución de 1933.
Es esa primera parte lo mejor del libro, de 295 páginas, de las cuales un sexto son introducciones. En ella se siente por momentos el aliento literario de la prosa de Dulce María Loynaz, su contemporánea, también aristócrata y descendiente de ilustres patricios.
En su conjunto, Con gran amor es un libro rico por momentos y frustrante a la vez. Rico por las pequeñas rendijas de luz por donde nos llega la escritora. Frustrante, porque predomina la mano manipuladora de los editores y la censura.
¿Habrá comprendido Alba de Céspedes que fue utilizada por el régimen durante su visita a Cuba, en 1968?