Caso Molina, la primera campaña del castrismo en favor de un cubano preso en EE. UU.

MIAMI, Estados Unidos. — El 9 de abril de 1958 Francisco Molina del Río, cubano radicado en Estados Unidos y ferviente defensor del naciente régimen cubano, fue condenado a un mínimo de 20 años de prisión en un juzgado de Nueva York tras haber sido encontrado culpable por un caso de homicidio ocurrido meses antes en esa ciudad.
La postura asumida por Molina del Río en favor de la Revolución cubana daría paso a la primera campaña del castrismo en favor de un preso de la justicia estadounidense.
La enciclopedia oficialista Ecured, señala que Francisco Molina del Río fue condenado a cadena perpetua por presión del Departamento de Estado de EE. UU.; sin embargo, los hechos desmienten esa hipótesis.
En realidad, Molina estaba preso porque la justicia norteamericana lo acusaba de ser el autor de los disparos que el 22 de septiembre de 1960, durante una reyerta entre exilados cubanos y simpatizantes del castrismo en el restaurante neoyorquino “El Prado”. La acción provocó la muerte a una niña venezolana de nueve años y heridas a otras dos personas.
La participación del acusado en el suceso había sido confirmada por testigos oculares del mismo, que vieron disparar a Molina, quien, al faltarle una de sus manos, fue fácilmente reconocido entre la multitud.
Aunque el siniestro nunca quedó debidamente aclarado el trágico incidente, el régimen cubano culpó del tiroteo en el restaurante a “gusanos pagados por la CIA”.
Otros, en cambio, aseguraban que “los simpatizantes de la Revolución” que allí se encontraban, entre ellos Molina, eran agentes del G-2 infiltrados en los Estados Unidos.
Una reseña sobre los hechos publicada en este mismo diario por el escritor y periodista Luis Cino abunda en la posición asumida entonces por el castrismo, que alegó que durante el proceso declararon testigos falsos y que existieron arreglos con el fiscal, algo que Samuel Neuburger, abogado defensor, nunca pudo probar.
El artículo señala que tampoco se supo “quién pagó los cuantiosos honorarios que cobró Neuburger por defender a Molina”.
Tras una feroz campaña internacional por su liberación, Francisco Molina del Río fue incluido en un intercambio de prisioneros, luego de que Fidel Castro otorgara clemencia en 1963 a 24 ciudadanos norteamericanos que estaban encarcelados en Cuba.
Molina regresó a La Habana el 23 de abril de ese año. En la capital cubana le tributaron un recibimiento triunfal, en el que expresó su agradecimiento a la Revolución. Nunca más se supo más de él.