GIJÓN, España. – La reunión bianual de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno divagó por los asuntos de siempre, pero sin soluciones ni referencias claras acerca de la corrupción y los avatares que los distintos pueblos están sufriendo con todas las migraciones que hay en el continente.
Parece siempre tema obligado lo del cambio climático, como apuntó con énfasis Evo Morales, Presidente de Bolivia, o la incertidumbre que últimamente revolotea sobre Nicaragua, o el devenir vital de Venezuela, o la llamativa ausencia del Presidente cubano, Miguel Díaz−Canel, que bien hubiera podido acudir a la primera cumbre que se lleva a cabo estando en el cargo, aunque parece tener predilección por visitar a su homólogo de Corea del Norte, como hizo hace unas semanas.
Hay que preguntarse con estupefacción si el presidente cubano puede tener más afinidades políticas con una dictadura totalitaria como la norcoreana, donde fue recibido con todos los fastos propios del régimen, que con sus hermanos de lengua común y proximidad geográfica. Sólo el abrazo fraterno (triple) con el líder norcoreano ya denota una peligrosísima simbiosis de ideas y definiciones futuras.
Mientras media América Latina deambula por arrabales, trochas, ciénagas y postas vacías, en un camino hacia el norte fecundo de oportunidades o de engaños -nunca se sabe hasta que se prueba- donde habita el gran jefe de cabello pajizo, que los espera con el arco y las flechas envenenadas, la Cumbre divaga entre la diplomacia, las buenas maneras y las frases consabidas del fomento de la democracia como idea global.
Sin embargo, no menciona la cumbre a los países que la tiene amenazada, como Nicaragua, donde el presidente, Daniel Ortega, con más 500 muertos a sus espaldas en las últimas manifestaciones populares, pasó de la revolución sandinista de los ochenta, rodeado de prestigiosos intelectuales en el gobierno, a convertirse en un reyezuelo septuagenario bajo la batuta de su señora esposa, la Vicepresidenta Murillo, que se está adueñando de medio país.
Tampoco se habla de Brasil (200 millones de ciudadanos), donde el reciente ganador de las elecciones, Jair Bolsonaro, al que algunos medios han calificada como “ambicioso, ultraderechista, misógino y nostálgico de la dictadura, propuso en plena campaña el fusilamiento de los militantes del Partido de los Trabajadores (PT), y dijo en otra ocasión que una diputada de ese partido no merecía ser violada por fea”.
Medio continente anda perdido de un lugar a otro sin saber muy bien dónde poder quedarse. El movimiento más llamativo es el da la caravana hacia el norte, que ya se está estrellando contra la burocracia de México, un país que bate todos los record de impunidad ante el asesinato.
Por otro lado, dos millones ya se han desplazado de Venezuela hacia Colombia. Otros varios miles se han ido de Nicaragua a Costa Rica. Y Guatemala, uno de los países que más migrantes está aportando a esta caravana del hambre país, es, precisamente, la anfitriona de la Cumbre Iberoamericana. Una nación presidida por Jimmy Morales, actor cómico, presentador de TV y empresario devenido político, que ha accedido a la presidencia de Guatemala en 2016 y al que no se le ha visto ni una sola vez dar la cara ante los medios para aclarar por qué miles de sus conciudadanos forman parte de esa caravana mensajera de la miseria.
El Jefe de Estado español, Felipe VI, cerró la Cumbre diciendo: “las ventajas del librecambismo en el marco multilateral como potente motor de generación de riqueza y de empleo”. Claro. La riqueza y el empleo son bases para el bienestar de la gente, pero muchas veces chocan con la corrupción y los intereses de sospechosa legitimidad y ética, que hace que muchos países languidezcan décadas sin marcar una línea ascendente y continúa de avance social.
Así está América. Un enorme mundo contradictorio y lleno de migraciones en ambos sentidos, que no acaba de manifestar una solidez de intenciones hacia el progreso. Excesivas divergencias internas en muchos países condicionan una coherencia en los postulados comunes. Organizaciones parciales entre algunos países que, da la sensación, sólo acuerdan la próxima cita para la cumbre siguiente, como en este caso de la Iberoamericana, que será en Andorra. Como dice la canción “América, América” de José Luis Armenteros y Pablo Herrero, interpretada por Nino Bravo en los años 70 del siglo XX: “Cuando Dios hizo el Edén, pensó en América”. Pues eso.