LA HABANA, Cuba.- A veces da la impresión de que los jerarcas económicos del castrismo tratan de identificar la buena marcha de la economía con el número de actores económicos que van surgiendo. Así, se informa de la creación de nuevas micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), y de cooperativas no agropecuarias (CNA), y de inmediato se piensa en la creación de nuevos empleos y de una gama de ofertas que mitiguen la aguda escasez de bienes y servicios que padece nuestra economía. Al cierre de la primera decena de mayo, había en el país 3 191 MIPYMES privadas, 51 estatales, y 50 CNA.
Sin embargo, la realidad se comporta de un modo bien distinto. No están habilitados todos los mecanismos para que esos actores funcionen adecuadamente. Por doquier aparecen trabas que impiden su desarrollo. Tal situación trascendió a partir de los resultados de un control gubernamental a 35 MIPYMES y CNA, y que se dio a conocer durante los debates de las comisiones de Asuntos Económicos y de Atención a los Servicios de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
En primer término se habló de la inexistencia de procedimientos para que estos actores puedan recibir inversión extranjera y colaboración internacional. Algo que los coloca en franca desventaja con respecto a las entidades estatales.
Por otra parte, esas mismas entidades estatales, con frecuencia, tratan con cierto desprecio a los nuevos actores económicos. Por ejemplo, se niegan a establecer contratos con ellos, y tampoco acceden a arrendarles locales en desuso que serían de gran utilidad para MIPYMES y CNA.
El control gubernamental también arrojó que estos actores requieren acceder más ágilmente a financiamientos bancarios, a un mayor asesoramiento jurídico, así como a una más amplia capacitación en temas económicos y contables.
Mención aparte para la queja de las MIPYMES y CNA acerca de la inexistencia de un mecanismo legal en el país para la compra de divisas. Divisas que necesitan para adquirir materias primas e insumos para sus producciones y servicios, y que hasta ahora han tenido que comprarlas en el mercado informal, donde el valor del dólar sube desenfrenadamente con respecto al peso cubano -ya anda por los 125 pesos por cada dólar-, avivando el proceso inflacionario que hoy depreda el bolsillo de los cubanos.
Pues bien, en la siguiente jornada de la Asamblea Nacional, el vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil, daba a conocer una especie de experimento cambiario consistente en una intervención estatal en este mercado del dólar, con el evidente propósito de tratar de impedir que “la moneda del enemigo” continúe galopando a todo tren.
En ese contexto, algunas MIPYMES y CNA podrían adquirir dólares vendidos por el Estado, en un rango más o menos intermedio entre los 24 y los 125 pesos cubanos, con el fin de que puedan importar materias primas e insumos, y después vender sus producciones a entidades estatales, que a su vez las comercializarían finalmente a la población en moneda nacional.
En realidad no creemos que el experimento sea muy beneficioso para las MIPYMES y las CNA. No podrán utilizar los dólares vendidos por el Estado para ampliar las producciones que más convengan a su colectivo. El Estado, a cambio de la divisa vendida, indicará qué producir, a quién vender las producciones, así como el precio en moneda nacional que recibirán de las comercializadoras minoristas.
Como vemos, el castrismo maniobra de muchas maneras tratando de conseguir el despegue de los nuevos actores económicos. Pero no acaba de poner en práctica el experimento más eficaz para ello: la verdadera autonomía de esos actores.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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