LA HABANA, Cuba.- Es indiscutible que desde que Raúl Castro llegó al poder, ha habido algunos movimientos, no los suficientes y con resistencia al cambio. Prueba de ello es que las metas de desarrollo que se trazaron para el quinquenio no se han cumplido, a pesar de que los Lineamientos del VI Congreso del Partido aseguraban que las “reformas” establecidas permitirían alcanzar incrementos notables. Una simple mirada al Producto Interno Bruto (PIB), señalaría que el crecimiento promedio ha sido de 2,8%, mientras estuvo planificado para un 5,1% durante los años comprendidos entre 2011 y 2015.
Todo está apostado en estos momentos a la inversión extranjera; al menos han comprendido la necesidad de una inyección de capital a la economía, lo que habría que ver si los inversionistas se sienten seguros, a pesar de algunas modificaciones de la anterior Ley.
Se ha planteado la solución desde el punto de vista político, no habrá inversiones extranjeras de cartera, porque no se venderán activos, lo que implica que todas las propiedades quedarán en manos del Estado. Los tres ponentes en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular del 29 de marzo, que fueron Marino Murillo, Rodrigo Malmierca y José Luis Toledo, dejaron bien claro que la Ley garantiza el respeto de la soberanía del país, que una inversión extranjera bien hecha no es regalar el país a pedazos y que hay que preservar la independencia.
Cualquier lenguaje que utilicen tiene fuertes implicaciones políticas, porque contradice lo que se hizo al principio de la “Revolución”: poner todo en manos del Estado. Esta marcha atrás indica que se ha sido ineficiente y ahora se necesita de los que poseen medios financieros para sobrevivir. Aunque cabría preguntarse si no es todo una estrategia para ganar tiempo, porque si mañana mismo comenzaran a llegar los capitales en grandes cantidades, habría que esperar al menos 5 años para que ese flujo madurara y surtiera efectos.
Para hacer deseable la colocación de dinero en la isla, se ha planteado que, durante 8 años, los que acudan a hacer negocios estarán libres de impuestos sobre utilidades. Sin embargo, se mantiene la entidad empleadora, eliminando las escalas salariales; esto implica que no habrá libre contratación de la fuerza laboral. Y si se aprobara una forma de gestión no estatal, siempre tendría que participar el Estado con el fin de regular la concentración de capital.
Otro de los aspectos que preocupa a la dirección del país es el envejecimiento de la PEA (Población Económicamente Activa), por lo que se planea que cuando se lleven a cabo los proyectos de inversión se debe pensar en la reducción de la fuerza de trabajo.
Aunque se permitirán empresas con total capital extranjero, previa autorización del gobierno, que analizará caso a caso cada proyecto, existe la posibilidad de expropiación de los bienes. Para amortiguar este aspecto desagradable de la legislación, se ha especificado que se haría por lo que plantea la Constitución, pero pagando la debida indemnización.
Para poner en vigor esta Ley, se creó un Reglamento y de forma adicional 7 Resoluciones de varios ministerios, que constituirán el marco legal. Pero, al hablar de los obstáculos que tiene, se mencionó en primer lugar al “bloqueo estadounidense” y otros factores como la deuda externa, errores anteriores y escasez de divisa.
Si bien el nombre de la nueva Ley se refiere exactamente a la inversión extranjera, habría que recalcar que el cubano emprendedor en su país no tiene ninguna posibilidad. Baste decir que los graduados universitarios dentro de las alternativas permitidas de trabajo por cuenta propia, se convierten en una contradicción.
Mientras no se legisle en base a la expansión de la empresa privada y se actué consecuentemente, no habrá un mensaje claro que permita creer que se llevan a cabo transformaciones en la economía. Por el contrario, esta nueva Ley está hecha para permanecer fijos en la obsesión de la estatalización de los bienes, perpetuarse en el poder, conservar la idea del socialismo y preservar la posibilidad de que la política domine la economía.
La lentitud con la que se abren algunos espacios y la falta de expansión en ellos, permite aseverar que este año va a ser muy difícil para los cubanos y, si continúa el sistema, el próximo 2015 llevará a un alto grado de depauperación a la economía.
Lo que sí está claro para los que seguimos los problemas económicos, sociales y políticos del país es que al pueblo no le ha interesado para nada esta Ley, por cuanto no percibe cuáles serán los beneficios que le traiga, por mucho que se esfuercen los altos dirigentes en trasladar esperanzas.