LA HABANA, Cuba.- Lo saben muy bien quienes han conducido el tren durante más de medio siglo, sus pasajeros y sobre todo aquellos que esperaban en el andén a que llegara el tren y se quedaron dormidos esperando hasta hoy: todo un pueblo al que no le hace falta preguntarle por qué no pudo avanzar el tren.
Dice un periodista de la prensa castrista que se debe a una larga cadena de ilegalidades y delitos económicos que perturban y desafían al socialismo, el que se quiere fortalecer y perfeccionar para que el tren avance. Y termina diciendo que hay que buscar las raíces profundas de ese flagelo en la economía estatal, entre obreros y jefes de impecables cuellos blancos.
En dos palabras: quiere decir que tanto el proletariado como los dirigentes dejaron de confiar en el socialismo, razón por lo cual el tren no pudo avanzar a lo largo de más de medio siglo.
Entonces, ¿por fin qué? ¿Es el bloqueo exterior de seis décadas el culpable, o son las ilegalidades y el delito económico que desafían al socialismo en su tren?
Mientras esto ocurre ―y seguirá ocurriendo porque es precisamente ese engendro de socialismo quien pare dichos males― el periódico Granma, vocero de quienes conducen el tren, destaca las felicitaciones del presidente al otro general-presidente por su cumpleaños 89. En el mismo libelo, jóvenes comprometidos hasta la médula (por el momento) felicitan a otros que integran los nuevos pelotones del Ministerio del Interior, quienes vigilan y tienen bajo control a los artistas, obreros, médicos… a todos.
Granma dice además que ese general recibe la felicitación de varios mandatarios. ¿Quiénes serán? ¿Los tres amigos que le quedan, Maduro, Ortega y el presidente norcoreano?
Vaya usted a saber quiénes fueron esos mandatarios que han felicitado a Raúl Modesto Castro Ruz por haber dejado a un pueblo en plena pobreza, amenazado por la pandemia de la COVID-19, el dengue, el zika, el chikungunya, la fiebre amarilla… y pasando hambre, igual que en aquellos años 90 del siglo pasado, tras el desmerengamiento del socialismo soviético.
Esa vez, para que el poder de Raúl y su hermano no llegara al piso, un generoso venezolano con sus bolsillos llenos de millones de dólares se los repartió a tutiplén y el tren cubano intentó “andar” de nuevo.
Pero no anduvo, el colega de Granma aclara. ¿Armar de nuevo el rompecabezas del socialismo cubano para que avance el tren? Pero, si de ese tren no se quieren apear Díaz-Canel y compañía, quienes no quieren desarmar y mejorar el rompecabezas, lo mismo que hicieron Fidel y Raúl, ¿cómo va a avanzar un tren hecho añicos, que ha perdido hasta sus raíles?
Para que el tren avance, señor presidente, hay que cambiarlo. Así lo confesó, al fin, Fidel Castro a la revista The Atlantic el 30 de agosto de 2010: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.
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