LA HABANA, Cuba. — Ramón Guerra Pérez (ya fallecido) fue un periodista que en la década de los setenta del pasado siglo, bajo el seudónimo de Mongo P, escribía estampas costumbristas en la Revista Bohemia y en Juventud Rebelde, las cuales titulaba “Chispazos” debido a su brevedad.
Los artículos de Guerra Pérez eran agradables y simpáticos por su estilo, a pesar de su posición procastrista y de algún que otro dislate.
En el libro La Habana de Mongo P —editado en España en 1998 por Sipsa Publishing, con una impresión de lujo y presentación de su editor, A. Paz Andrade— se compilaron 38 trabajos del periodista publicados entre 1970 y 1980 en la prensa cubana.
Se trata de un libro que llama la atención, porque muy pocos en Cuba se acuerdan hoy de Mongo P., de quien ni siquiera aparecen datos en la enciclopedia cubana Ecured.
Los artículos recogidos en el libro hablaban sobre sitios de La Habana, personajes famosos y anécdotas de ellos y algunos hechos relevantes. Dentro de los lugares citados están El Malecón, El Morro, Casablanca, La Plaza de la Catedral, El Templete, El Paseo del Prado, La Rampa, Coppelia, El Floridita y La Bodeguita del Medio.
Parece fue Mongo P. fue muy asiduo a la Bodeguita del Medio a juzgar por el número de artículos dedicados a ella. Refiriéndose ese emblemático lugar, el autor habla de su fundador, Ángel Martínez, de la esposa de este, Armenia Quintero, del porqué de su creación y de la vecina imprenta de Felito Ayón.
En La Habana de Mongo P también se hace referencia a otros puntuales clientes de La Bodeguita, como Leandro García, el periodista Mario Kuchilán, el escritor Enrique Labrador Ruiz, el poeta Nicolás Guillén y los cantantes Carlos Puebla y Bola de Nieve. De este último, cuenta que luego de venir de una fiesta en su casa en Guanabacoa, interpretó allí por primera vez en público el tema Sun sun Babae.
En el libro se explica, además, el origen de la frase “Cargue usted con su pesao”, que se usaba en la Bodeguita en alusión a los borrachos.
Un amigo que lo conoció me contó que Mongo P., quien vivía en Playa Baracoa, al oeste de La Habana, y bebía mucho, frecuentaba un bar en esa localidad donde, con jaranas y chistes, lograba que los parroquianos le pagaran tragos y cervezas con tal de escuchar su conversación, que era culta, pero salpicada con expresiones del habla común de los cubanos.
Sin atacar al régimen, Mongo P. se aproximaba a la crítica social. Según él: “El costumbrismo no puede ser la búsqueda de risas exhibiendo cosas negativas ni un velado aplauso a ellas. Si hay malas costumbres que persisten, el deber del costumbrista es exponerlas untadas de ácido”.
Entre los personajes retratados por Mongo P. en los artículos del libro están el siempre recordado Caballero de París, cuyo segundo apellido Lledín aparece mal escrito, y Ñico Saquito, cuyo nombre real era Benito Antonio Fernández Ortiz.
Sobre estos dos personajes, Mongo P. incurrió en dos disparates. Del Caballero de París dice que llegó a dormir, entre otros puntos de la capital, en la esquina de Infanta y Belascoain, lo cual es un craso error, pues estas dos calles no se interceptan, son paralelas.
El segundo disparate es sobre Ñico Saquito y es de magnitud colosal. Vale reproducir un párrafo del artículo titulado “Sin Inviernos” para entender mejor lo antes dicho: “Hemos aprovechado las exposiciones en la Bienal del Humor de nuestro pueblo para basar el testimonio de cariño a un formidable humorista que naciera en Birán, que tiene como patronímico legal el de Antonio Fernández, aunque si lo llamamos así no responda…”.
El musicólogo ya fallecido Radamés Giro, en su Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, señala que Ñico Saquito nació en Santiago de Cuba el 13 de febrero de 1901 y murió el 4 de agosto de 1982
¿Por qué ese desatino de ubicar el lugar de nacimiento de Ñico Saquito en Birán, igual que Fidel Castro? ¿De dónde sacó ese dato? ¿Sería simplemente un error?
De cualquier modo, la asociación de Ñico Saquito con Fidel Castro es desafortunada. Nada tenían que ver. Uno fue un genial cantante y compositor que trasmitía alegría con sus guarachas; el otro, un gobernante megalómano que dejó un país destruido y en la más dramática miseria. Pero como Mongo P era procastrista, seguramente no lo veía así.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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