LA HABANA, Cuba. — La búsqueda de alternativas para sustituir la importación de fertilizantes que revitalicen la tierra baldía cubana ha dado como resultado la aparición de otra fórmula mágica: la tabaquina.
Según los resultados de las investigaciones realizadas por los tanques y moropos pensantes del Grupo Empresarial Logístico del Ministerio de la Agricultura (GELMA), con el uso de la tabaquina, que se obtiene de los palitos de la hoja de tabaco, se desbordarán de plátanos, melones y aguacates los campos cubanos.
En el programa televisivo Agro Cuba, el periodista Abdiel Bermúdez, el sumiso amanuense de turno de la prensa oficialista, dio a conocer el nuevo invento de los obesos tecnócratas y funcionarios ineptos y repetitivos que, desde sus oficinas climatizadas, deciden cómo, cuándo, dónde y para quién sembrar un campo de boniato o de pepino. La tabaquina, según aseguró el patético comunicador, citando a los sesudos del GELMA, será la panacea para el incremento de la producción agrícola.
Con tal aseveración, abonada con toneladas de palabrería y un reguero de tecnócratas en los surcos, no dudo que un tomate alcance el tamaño de un melón, un pepino el de un bate y que una yuca sea más grande que la de Casimiro. Así, cada tomate alcanzaría para el consumo de un núcleo familiar, tres pepinos para un Consejo de Vecinos y una yuca para una circunscripción del Poder Popular. Pero eso será siempre que el descontrol, el desvío de recursos y la apatía y desánimo de los comprometidos en lograr la soberanía alimentaria no impidan el uso adecuado de las regaderas entregadas a los Comités de Defensa de la Revolución por el exespía Gerardo Hernández Nordelo.
Esta abundante siembra de promesas y la cosecha de decretos por enésima vez sin resultados, ¿podrá garantizar la alimentación de los cubanos?¿La tabaquina como fertilizante no correrá la misma suerte que la zeolita, el mineral del siglo XX, según decretara el Agricultor en Jefe, Fidel Castro? ¿Ya olvidamos cuando el Máximo Líder aseguraba que con el riego por aspersión, junto con la zeolita, se producirían los plátanos microjet y toneladas de microplatanitos Felipita que darían de comer a municipios enteros?
Son tantos los experimentos para el agro aplicados en las últimas décadas por los tecnócratas e inventores del Ministerio de la Agricultura a través de sus centros especializados —como el GELMA, que mejor debía llamarse CUMBANCHA (castristas unidos mintiendo con beneplácito y chapucería)— que los cubanos cuando oyen de un nuevo experimento apagan el televisor o mueven el dial del radio.
Aún hay quienes aplauden como focas amaestradas, aunque no puedan disimular las caras de disgusto, pero cada vez son más lo que como yo se muestran escépticos ante las triquiñuelas, manipulaciones, fintas y diluvios de promesas de los catetos pensantes de un régimen que se hunde, pero que no deja de patalear.
Que me disculpen los sesudos inventores del GELMA y los letrinarios funcionarios y voceros de la opresiva utopía castrista, pero estoy seguro de que si los cubanos de a pie no hemos tenido en décadas derecho a fumarnos un Montecristo, un Hoyos de Monterrey, un Cohíba u otro de los habanos que se producen en Cuba, jamás nos podremos comer ni una calabaza si depende del uso de la tabaquina como abono.
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