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La mesa de los Óscar está servida

Premios Óscar

MIAMI, Estados Unidos. – Se acaban de dar a conocer las nominaciones para la nonagésima quinta entrega de los codiciados Premios Óscar y la cubana Ana de Armas figura en la relevante categoría de “Mejor actriz protagónica” por su desempeño en la controversial película Blonde, donde interpreta a uno de los grandes mitos de la sociedad americana, Marilyn Monroe.

Blonde está dirigida por Andrew Dominik a partir de la novela homónima de Joyce Carol Oates. 

Se trata de una Monroe donde se dan cita estremecedoras circunstancias: infancia disfuncional, imposibilidad de procrear, incomprensión en el amor, ansia de ser tomada en serio como actriz, así como un fallecimiento a destiempo. 

De Armas reproduce y sale airosa de tales desafíos y ahora se acaba de colocar en una realeza cinematográfica insospechada.

Hay un consenso en considerar que las nominaciones suelen ser premios en el caso de los Óscar; y nada más certero para una actriz de origen cubano, que primero debió lidiar con la desvencijada industria nacional, luego buscar un camino para la fuga sin ánimo de disentir con el régimen, para más tarde descubrir en el mercado español que sus aspiraciones se encontraban cifradas realmente en el poderoso cine americano. 

Pero primero tuvo que vencer la barrera del idioma para no ser estereotipada con personajes étnicos, como suele ocurrirle a otros artistas de origen hispano, aunque The New York Times la calificó en su comentario como una de las artistas “de color” nominadas.

Durante la pasada entrega de los premios Globos de Oro, De Armas se dio el lujo de mencionar tangencialmente su origen al recordarle al embriagado público presente que ella comenzó a interesarse en el cine viendo películas cubanas, antes de disfrutar la vasta filmografía de los allí convocados.

Con esta nominación, Ana de Armas se erige como un caso de excepción en el competitivo universo del cine internacional que sigue comandado por Hollywood.

Los corifeos de la dictadura cubana solo se han interesado en los Premios Óscar cuando han podido sacar algún dividendo propagandístico, como ocurrió con la nominación de Fresa y chocolate entre los mejores filmes extranjeros de 1994. De ese momento se rumora que Tomás Gutiérrez Alea tenía un discurso preparado donde se refería, entre otros asuntos, a la necesidad de terminar con el embargo de Estados Unidos a Cuba.

Todo parece indicar que la gran cinematografía argentina se aboca a su tercer premio Óscar, si la película Argentina 1985, del director Santiago Mitre, se alza con la estatuilla el próximo 12 de marzo. 

Con anterioridad, La historia oficial (1985), de Luis Puenzo, y El secreto de sus ojos (2009), dirigida por Juan José Campanella, resultaron galardonadas.

Argentina 1985 se presentó en el más reciente Festival de Cine de La Habana, como si no aludiera al hecho de que los regímenes totalitarios deben terminar y los dictadores responder ante la justicia por sus crímenes. 

Es cine político que no declina, donde figura una recreación plausible del contexto histórico, pero el argumento funciona dramatúrgicamente a partir del individuo, sus calamidades e inseguridades.

Resulta satisfactorio constatar que películas políticamente incorrectas, en un agobiante universo de cautela, recelo, amenazas y cancelaciones en la arena cultural de Estados Unidos, se abren paso entre las mejores, junto a sus respectivos directores, también nominados, como es el caso de TÁR, de Todd Field, y Triangle of Sadness, de Ruben Östlund.

Por supuesto que la Academia será puesta en solfa por entes anónimos en los medios sociales debido a que solo una artista negra alcanzó a ser nominada, Angela Bassett, por su trivial superheroína en Black Panther: Wakanda Forever mientras otras favoritas, empujadas por políticas de inclusión, como The Woman King y Till quedaron a la zaga. 

Tal vez la Academia consideró que todos los artistas de origen asiático nominados por Everything Everywhere All At Once cubrían las tramitadas exigencias de ese acápite tan conflictivo.

La desangelada película de Steven Spielberg no debiera estar en la lista de las 10 mejores y el premio a The Banshees of Inisherin, en esta categoría, sería el justo reconocimiento a un cine menos pretencioso, más emotivo y mejor actuado.

Llama la atención que la impecable cinta pacifista Sin novedad en el frente occidental figura tanto entre las 10 mejores como en la categoría de cine internacional.

Austin Butler y su desinhibida interpretación de Elvis Presley se las tendrá que ver con Colin Farrell, el isleño que no acepta una inesperada anulación de amistad en The Banshees of Inisherin.

Cate Blanchett, quien no debiera tener competencia en su interpretación de la compleja directora de orquesta sinfónica Lydia Tár, será desafiada por Michelle Yeoh en una película sin fijeza, distinguida por sus pujos y murumacas formales.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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