MIAMI, Florida, octubre, 173.203.82.38 -Nuevamente se reproducen los actos violentos contra las Damas de Blanco y activistas independientes que demandan libertades políticas y respeto a los derechos humanos en Cuba. Imágenes repugnantes que se repiten para descrédito de un gobierno que ni siquiera tiene el coraje de reconocer su participación en estos hechos deleznables. Algo que se hace evidente en los testimonios visuales donde queda constancia de la escalada represiva. Con cinismo característico se desentienden del manejo de esas turbas, donde paramilitares y civiles faltos de civilidad y ajenos a la civilización (amén de que estudien en la Universidad) se confunden en una masa irracional.
Forma parte de la manera de actuar de las dictaduras, la de Castro en particular. Se puede recordar aquella entrevista que concediera a Barbara Walters en la que el Comandante asignó a la voluntad popular aquellas consignas anti norteamericanas coreadas en los multitudinarios actos convocados por su gobierno. Abajo los yanquis, lema repetido invariablemente con el beneplácito del orador en Jefe, fue cargado por este a cuenta del pueblo. El vulgo termina siempre culpado por el déspota que les orienta y manda sin el mayor aprecio.
La gente olvida. Y los que nacen en la posteridad desconocen historias tan sencillas que denotan el calibre del querido dirigente y la consideración que hace sobre la gente que utiliza para mantenerse inamovible, a fuerza de opresión, mentiras y manipulaciones de todo tipo. Por eso seguimos viendo las caras indignadas, con ira y violencia, donde se hace difícil apreciar hasta que punto en se trata de un sentimiento real, forzado o fingido.
Pero las cosas ya no son iguales que hace décadas. Eso explica el círculo de protección para evitar que otros “revolucionarios indignados” se sumen al repudio. Son fáciles de identificar los agentes de seguridad por sus rostros y gestos desafiantes ante la cámara que recoge para la historia futura este triste acontecimiento. Tal vez para confirmar que ellos se sienten impunes e invulnerables, como si el nombre de la institución a la que sirven extendiera sobre ellos la finalidad aseguradora. La misma prepotencia de otros tantos sicarios atrincherados en tantas sucursales represivas erigidas para preservar diferentes antros totalitarios. La mayoría derrumbada en lastimeras defensas cuando les tocó caer junto al telón del poder absoluto al que se entregaron en cuerpo y alma.
Se jactan de tener a su favor la fuerza de la razón. La actitud y el proceder les desmienten. Acusan a los ciudadanos que acosan y reprimen de querer desatar chispas liberadoras. Incluso de propiciar intervenciones foráneas para acabar con el sistema en curso. Erráticamente quieren evitar el detonante que de inicio a la explosión cuando en verdad la responsabilidad del incendio, si es que la chispa cobra fuerza como ocurrió antes en otros lugares, será irremediablemente de los que siguen coartando a los poco que se atreven a ejercer su soberanía y que hacen tierra de libertad el entorno por el que se mueven.
De qué sirve aplastar contra la pared a un grupo de mujeres indefensas para evitar que salgan a las calles gritando Libertad. Ese gesto de comprimir, maniatar por la fuerza y el terror, se convierte en el desencadenante del incendio propagador de los deseos del cambio. En Túnez bastó que un joven decidiera quitarse la vida ante el agobio del abuso para que otra muchacha siguiera sus pasos. Los sucesos que se produjeron a continuación y que terminaron con la caída del régimen de aquel país se debieron a la intolerancia de los que no querían renunciar al usufructo del poder ilimitado. Egipto, Libia (a pesar del apoyo armado de la coalición atlántica) y Siria en un futuro próximo si se mantiene el estado actual, muestran quienes son los que provocan el estallido. Evitar el shock requiere de disposición a escuchar y plena actitud facilitadora que permita la apertura hacia una sociedad inclusiva en la diversidad donde sea normal opinar con libertad y vivir en democracia real.
Ojalá que la materialización de un propósito justo sobre todas las cosas, no conlleve a que otros cubanos tengan que entregar la vida para lograr lo que hoy todavía es un sueño. Las Damas de Blanco y de todos los activistas de la sociedad civil cubana se esfuerzan en un proceso que concluirá de manera irremisible en la meta del deseo concretado. Hasta el mismo ex gobernante cubano lo reconoció recientemente al referirse a declaraciones del presidente Barack Obama acerca de la disposición de modificar la política hacia la isla en base a cambios futuros. Fidel Castro afirmó que Cuba cambiará y aunque lo hizo en tono de mofa hacia el mandatario norteamericano, sus palabras consiguieron emitir- muy a su pesar – una sentencia que terminará por cumplirse definitivamente. Y es que a pesar de los esfuerzos del régimen para evitarlo, la sociedad cubana construirá la democracia por el propio tesón de sus ciudadanos.