LA HABANA.- Ni la sequía ni la lluvia, sino el sistema, atenaza la agroindustria azucarera en Cuba. La empresa Azcuba no puede obrar milagros en los despojos debido al desmontaje en 2002, casi cinco siglos de cubanidad brotada de la caña de azúcar traída por Diego Velázquez en 1511, los ingenios con la máquina de vapor en 1820 y el ferrocarril en 1837.
En la Zafra 2017-2018 se alcanza alrededor de 1 100 000 toneladas de azúcar, inferior a las 1 209 883 de 1905. En 1894 se había producido más de un millón de toneladas, pero en 1898, concluida la devastadora guerra de independencia, solo se llegó a 259 331; Cuba tenía 2 millones de habitantes dispersos y depauperados por las privaciones de la contienda. En 1948 se elevó a 6 121 109 toneladas y en 1983 a 8 206 600, cifra algo superada por la Zafra de los 10 millones malograda. La zafra 2010-2011 cayó a 1 161 000 toneladas. Para 2017-2018, el plan fijaba producir 1,6 millones, ajustado a 1,3 millones, al aducir que los efectos de las lluvias dificultaban la cosecha y transportación de la caña, las demoras y paradas de los centrales por problemas técnicos, y bajos rendimientos cañeros e industriales. 54 ingenios participaban. En 2016-2017 se produjo 1,8 millones y, aunque se sobrepasó la anterior en 20%, no se logró los 2,1 millones proyectados; la única provincia que cumplió fue Villa Clara.
Cuba importará azúcar fue titular sobre la zafra 2017-2018 en los despachos de la prestigiosa Reuters seguidos por otras agencias extranjeras. En realidad no es una novedad, como tampoco que la producción no rebasa 1,1 millones de toneladas, pero muy difícil resulta reportar sin repetirse. De Bielorrusia se importaron 50 000 toneladas de refino de remolacha en 2006, de Brasil, Colombia y otros países se ha recibido antes y después. En 2017 se exportaría 1 211 000 toneladas, según expresó Orlando Celso García Ramírez, presidente del Grupo Empresarial Azcuba, en la Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional (Juventud Rebelde 11-7-17). A China se envía 400 000 toneladas anuales. Para la venta racionada y en divisas a la población y otros usos nacionales se destinan unas 700 000 toneladas.
La mayor parte de los problemas afrontados se arrastran desde hace muchos años, agudizados por el desguace a partir de 2002, y han sido documentados por especialistas como el economista Oscar Espinosa Chepe. Los restrictivos métodos organizativos y de dirección se unen a la obsolescencia de maquinarias y equipos, ínfimas inversiones, deficientes y demoradas reparaciones de los centrales, desmonte de los cultivos, degradación de los suelos, muy malas condiciones de los caminos cañeros, el transporte precario y la pérdida del personal calificado y los trabajadores.
El presidente del Grupo Empresarial Azcuba pronosticó el descenso de la producción en la zafra 2017-2018, que se iniciaría en noviembre como es usual. Según abundó, el aprovechamiento de la norma potenciales la principal debilidad desde principio del Período Especial, “la cosecha-industria es una línea recta del período que no se ha recuperado”. Entre los problemas planteados en la Asamblea estuvieron la baja calidad, la carencia de semillas y el déficit de caña por corte para moler en la zafra, los ínfimos rendimientos de 25 toneladas por hectáreas y estimados por encima de lo real, altos costos de producción, poca preparación y no permanencia de los cuadros y trabajadores, dificultades de autoridad de los jefes, problemas por el ferrocarril vinculado a la Empresa Nacional de Ferrocarril no a Azcuba y el ingenio como antaño; las nuevas máquinas cortadoras con muchas deficiencias, por lo que no se está contratando nuevas hasta que se resuelvan los problemas; y carencia de implementos de trabajo.
También mencionó la necesidad de asociar el salario con mayor rigor a los resultados productivos de los trabajadores, pues no se puede producir 86% de azúcar y tener el valor agregado de 140%. En realidad, los salarios en Cuba son extraordinariamente bajos, lo que unido a las malas condiciones laborales, desestimula el trabajo y provoca subterfugios y corrupción.
La caña de azúcar es una gramínea exótica, sembrada alrededor del ingenio-museo frecuentado por turistas nacionales y extranjeros, donde el gobierno revolucionario expone uno de sus grandes logros: la erradicación de la producción de azúcar, gran lacra capitalista de acumulación de riquezas, podría ser la narración de un visitante en fecha no lejana.
Similar había sucedido con las actualmente llamadas frutas exóticas, como anón, chirimoya, níspero y canistel que padres y abuelos disfrutaron, y después de 1959 varias generaciones no conocieron, ya que solo aparecían pocos plátanos y mangos, algunas naranjas, toronjas y piñas gracias a los remanentes de la exportación, y mamey a veces, todo a precios elevados. Los sabrosos platanitos manzanos se extinguieron. El Estado era el único comercializador y los árboles frutales fueron derribados para sembrar caña de azúcar.
En Cuba se ha demostrado que es menos difícil reponer los árboles frutales contando con los emprendedores privados, fundamentalmente, que las plantaciones de caña, los ingenios y los trabajadores agrícolas e industriales desde el Estado, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Hasta desaparecieron los deliciosos y nutritivos jugos de guarapo, raspadura y melaza. Sin azúcar no hay país, se decía con orgullo criollo.