MADRID, España.- Dentro de tres domingos, los españoles tendrán un nuevo encuentro con las urnas para elegir el gobierno que debería regir los destinos del país en los próximos cuatro años. El 26 J está a la vuelta de la esquina a los seis meses del 20 D, otro domingo similar cuyos resultados defraudaron a la ciudadanía. Timo, estafa, sorpresa, han sido algunas de las palabras esgrimidas para calificar este gravoso resultado. Contraproducente, sí, pero no inesperado. Y es factible que se vuelva a repetir. ¿Cuánto tiempo podría seguir España sin gobierno? Aunque Sánchez ha declarado en televisión que no habrá tercera ronda, le ley permite una tercera y hasta una cuarta. Siempre que la situación actual persista.
Este jueves el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado su encuesta preelectoral dándole al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) el tiro de gracia. Ya lo suponíamos, pero ahora el CIS lo ha certificado. El PSOE (Pedro Sánchez) está por detrás de la coalición Unidos Podemos (Garzón-Iglesias), la cual le pisa los talones al Partido Popular (Mariano Rajoy)
Sin embargo, el CIS alivia el diagnóstico del PSOE calificándolo como “el partido más querido por los españoles”, y advierte a los de la rosa en un puño que quizás hayan equivocado su estrategia electoral, dándole más importancia a los 12 millones de votantes menores de 40 años en lugar de a los 9 millones que superan los 50. Estos últimos, los potenciales electores que apoyarían a Sánchez, los de la transición, ahora tienen a un indeciso entre tres de sus votantes. Este electorado sería decisivo para evitar el descalabro del PSOE.
El asombro ha sido el salto de la formación morada, transmutada ahora en la simbiosis “Unidos Podemos” que ha pasado de estar a 19 escaños de alcanzar al PSOE, a sobrepasarles en 14. Se ha colocado entre PP y PSOE dejando en tercer lugar a Ciudadanos, que mantiene sus tres millones y medio de votos y quizás se haga con uno más que le sustraiga al PP en la capital española.
Iglesias mantiene la misma estrategia desde que se lanzó a la “aventura” de conquistar La Moncloa. Solo ha variado su táctica y el volumen de sus apariciones en televisión. Fichar a Garzón –que a la sazón es el político más valorado del panorama político español, aunque con una puntuación que roza el suspenso– en su mancomunidad, está haciendo valer el grito de guerra lanzado en la Puerta del Sol hace ahora un mes, cuando clamaron aquel “Unidos, sí se puede” y sellaron el conocido como “pacto de los botellines”. Lejos quedaron los enfrentamientos que tuvieron lugar por estas mismas fechas hace un año atrás, cuando Iglesias abrió una brecha entre la formación liderada por él y la “Izquierda Unida” de Cayo Lara-Alberto Garzón a quien tildó de “izquierda tradicional”.
Unidos Podemos puede aprovechar la actual correlación de fuerzas y apoyarse en esos 12 millones de españoles entre los 18 y 30 años que han nacido y crecido en un régimen democrático. Son precisamente el estamento que le da el mayor número de votos a la coalición marxista, en la que uno de sus cabezas de lista –Iglesias– acaba de proclamarse como el “líder de la socialdemocracia” el pasado martes 7 de junio en un acto celebrado en Madrid.
La generación que aúpa a Iglesias-Garzón, también conocida en uno de sus tramos como los “millennials”, es la misma que ha sido identificada como la que quiere cambiar el mundo, como la estirpe lista y consentida que ha evolucionado a la sombra de cierta bonanza económica. Dieciséis cadenas de televisión y radio públicas de doce países europeos acaban de lanzar una encuesta con 149 preguntas para conocer lo que opinan los jóvenes entre 16 y 34 años sobre la vida, el presente y el futuro. “GenerationWhat?” y su seguimiento a través del hashtag #GenWhat pueden arrojar una información muy significativa del futuro del continente y de las sociedades que están forjándose en el presente siglo, e, incluso, han empezado a desmontar algunos de los mitos que rodean a la también conocida como “Generación Y”
No son una parte de ellos los únicos que aúpan a Unidos Podemos; también profesionales que han visto hundir sus vidas y las de sus vecinos arrasadas por la crisis económica. Personas con formación y muchos más años que los “millennials”, que podrían suponerse conocedores de la filosofía que subyace en la nueva coalición disfrazada de socialdemócrata. También por supuesto, los secundan los ya bautizados como “perroflautas”, que ocupan viviendas porque no pueden pagarse un alquiler, los que piden limosnas en cualquier calle o se tumban bajo un puente para intentar conciliar el sueño y su propia vida. Sin trabajo. Sin opciones. Son los que Fidel Castro definiría –y lo saben muy bien los cubanos– los “lumpen” que estarían sujetos a la condena de “la ley del vago” en un imperio donde el gobierno se amparó en los cánones del marxismo de Marx y Engels.
El marxismo tuvo razón cuando definió que la doctrina triunfaría cuando estuviesen dadas las condiciones materiales y sociales. En España ya están dadas. Así como lo estuvieron en Grecia cuando Alexis Tsipras se alzó con el cargo de Primer Ministro aunque el incumplimiento de sus promesas electorales le han granjeado varias huelgas. En España, lo que aún no está claro es si Pablo Iglesias es marxista, comunista o socialdemócrata, ni lo que hará cuando tenga el poder en sus manos.