LA HABANA, Cuba.- Creo que son demasiadas las veces en las que me planto frente a la pantalla para mirar alguno de nuestros noticiarios. Aunque tengo la certeza de que esos espacios informativos son malos, son peores…, y también de que hablan de un país que no conozco. Lo terrible es que hay días en los que sucede algo peor, como hace unas semanas. Quedé expectante otra vez frente a un programa de noticias, y más que impresionado con la intervención de un joven comunista en su último congreso. Era vehemente el muchacho, y hasta parecía seguro. Tendría que estarlo, sobre todo porque fue capaz de proponer una idea delirante con gran serenidad. El creía, a pie juntilla, que en Cuba debíamos crear un arte superior al que se hace en el capitalismo.
Es posible que no merezca tanto esa intervención en un congreso, pero sucede que no vi en aquel foro a alguien que saltara mostrando su inconformidad ante un disparate como ese. ¿Ese otro podría ir a un congreso? ¿Si iba, y además contradecía al anterior, lo veríamos en el noticiero de televisión? Lo cierto es que el planteamiento es más que serio y la respuesta uniforme: aplausos y más aplausos. Y ya sabemos cuáles pueden ser las consecuencias; conocimos un quinquenio gris, un decenio negro, un etcétera larguísimo…
Triste, y más que triste, resultó constatar que en ese muchacho no existía espacio para la duda y ya sabemos lo beneficioso que puede ser el titubeo. En ese instante puede aparecer la reflexión más sosegada, la duda propicia el diálogo y favorece la investigación. La certeza de este joven puede ser bien peligrosa, pero no hubo comentario alguno de la prensa que juzgara su propuesta. Convicciones como esas fueron funestas en la historia cubana, y ahora resultarían peores. ¿A quién en su sano juicio se le puede ocurrir tal competencia? Él propuso en un congreso y yo lo miré en un espacio estelar de la televisión nacional, sin embargo, ningún periodista especializado comentó el desatino, ni siquiera los que son capaces de reconocer el peligro. ¿Es que acaso olvidamos nuestro pasado más reciente? ¿A cuántas generaciones de cubanos se les negó la posibilidad de escuchar rock? ¿Qué pasaba con los fanáticos que seguían a los Beatles? ¿Aplaudimos o disfrutamos del jazz en los años sesenta o en los setenta? ¿Alguien recuerda las consecuencias que sufrieron los seguidores del arte pop? ¿Por qué hay que hacer en Cuba un arte mejor que el que se hace en el capitalismo? Esa intervención perjudica incluso al discurso más oficial. Yo por lo pronto dejo muy en claro que estoy preocupado y hasta con miedo, y por eso quiero hacer algunas recomendaciones, unas breves sugerencias: Si alguien le sugiere o le presta El Capital a este muchacho o a cualquiera que piense como él, que no olvide borrar de la cubierta el nombre de su autor, que desaparezca la nota donde se anuncie que Marx nació en Alemania y que murió en 1883. Ojalá que no lea El ingenioso hidalgo…, porque aunque la revolución francesa ni siquiera se había gestado por esos días en que Cervantes escribía su obra, nació en España, y allí no se consiguió jamás el comunismo.
Advierto también que alguien como él es capaz de destruir con sus manos toda la ilustración, aunque entre sus presupuestos estuviera el deseo de eliminar el carácter aristocrático de la cultura. Si lo viese alguien con un fósforo que se lo apague de inmediato. Él podría hacer una pira enorme. Y no le permitan jamás un escrutinio de la librería, y tampoco de una cinemateca o pinacoteca… Puede que este hombre, con poder y pocas luces, no deje títere con cabeza. ¿Por su culpa tendremos que decir adiós a Shakespeare, Wilde, Joyce, Virginia? ¿Qué va a hacer con Goethe, con Kafka, con Mann y Musil? ¿A qué lugar irán a parar Poe y Stevenson? Imagino lo que puede suceder con el Diario de navegación. Lo mejor será esconder todo lo que suene a Mozart y también a Bach, y todo lo creado en el capitalismo. Sin dudas, este muchacho es un peligro, este joven comunista puede convertirse en…, en tantas cosas.
¿Dónde vivirá este niño? Habría que recordarle que nuestra arquitectura más valiosa no es fruto del socialismo, que nos fue legada por la colonia y el capitalismo. Me encantaría enterarme de que este muchacho vive en Alamar, pero…, ¿será capaz de dinamitar el cementerio de Colón o el Palacio de los Capitanes Generales, el Focsa? Lo imagino pegando candela a la calle Reina, a la Catedral de La Habana. Si le da por eso va a dejar en pie solamente al Palacio de las Convenciones, a Alamar y al Reparto Eléctrico. Me gustaría saber si se habrá enterado de que, por suerte para el mundo, todavía están en San Pedro el monumento a Alejandro VII de Bernini, y la Piedad de Miguel Ángel, a pesar de la reforma.
Me gustaría enterar a este muchacho de que el capitalismo italiano no destruyó la Catedral de Milán ni el palacio ducal de Venecia. También quiero que sepa que al capitalismo francés no le dio por destruir el Louvre, ni al español el Escorial. Sin embargo, y hablando de destrucciones, sabrá que los fondos de las bibliotecas cubanas son cada vez más pobre, que desde hace mucho rato reciben poco. ¿Y dónde leerán entonces esos jóvenes que tienen la titánica tarea de crear un arte superior al del capitalismo? ¿Estaremos tan interesados en eso que el propone? Hay algo que me hace dudar, y tiene que ver con un descubrimiento que hice; circula en la isla una nueva marca de cigarrillos que al parecer suplantó a otra. Me refiero a unos que usan el mismo diseño de envoltura que el famoso Popular, solo que ahora se nombra, sobre el mismo rojo intenso de la anterior, Pop, y ya sabemos que pop es apócope de popular pero no de Popular. Hasta donde sé, y averigüé, Popular no tiene apócope. ¿Qué diría de esto aquel muchacho?