LA HABANA, Cuba. — “¿Sabes quién esté vendiendo azúcar?”, es una de las preguntas que con más frecuencia se escucha hoy en Cuba. Si la cuota de azúcar que venden mensualmente por la libreta de abastecimiento no alcanzaba hace unos años, cuando daban cinco libras por persona, luego de que la redujeron, en los hogares no hay azúcar ni siquiera para endulzar el café (que también escasea).
Hasta el mes pasado, la cuota por persona era de tres libras de azúcar refinada (blanca) a seis pesos la libra y una de azúcar turbinada (prieta) a cinco pesos. Pero este mes solo vendieron una libra de cada una.
En algunas bodegas no llegó el mes pasado la cantidad completa de azúcar y le dijeron a los clientes que les completarían la cuota cuando entrara “el faltante”. Y todavía están esperando.
Hace unos cinco años, en los mercados se vendió azúcar liberada al precio de ocho pesos la blanca y seis pesos la prieta. Pero pronto dejaron de venderla, y hubo que contar solo con la racionada.
El precio por la izquierda que alcanza en la actualidad el azúcar, cuando aparece alguien que tenga para vender, es entre 40 y 60 pesos la libra. En 1959 una libra de azúcar no costaba más de tres centavos.
He visto en pequeños establecimientos de cuentapropistas que expenden alimentos ligeros carteles que dicen: “Compro azúcar”. Como no existen mercados mayoristas para estos comerciantes, tienen que adquirir el azúcar en el mercado negro. Y como la compran cara, eso hace que tengan que aumentar el precio de los dulces, refrescos y jugos que venden.
Donde sí hay azúcar es en las tiendas de MLC, pero no todo el mundo tiene la tarjeta magnética para comprar, ni el familiar en el exterior que les envíe el dinero.
La escasez de azúcar es un serio problema en Cuba. El cubano acostumbra a consumir mucha azúcar. Beben agua con azúcar cuando tienen hambre y no disponen de algo mejor. Una comida no está completa si no hay postre, preferiblemente un sabroso dulce casero. Y una fiesta sin cake es impensable.
En Cuba, los refrescos y helados se hacen más dulces que en otros países. Es por ello que los extranjeros, acostumbrados a los alimentos bajos de azúcar, prefieren tomar Coca-Cola y no las bebidas refrescantes que aquí se elaboran.
Las causas de esta escasez de azúcar son por todos conocidas. Hace algo más de dos décadas, como había bajado el precio del azúcar en el mercado mundial, al Comandante en Jefe, en vez de esperar que volviera a aumentar, se le ocurrió la descabellada idea de desmantelar más de la mitad de los centrales azucareros del país. Luego, se fueron acumulando problemas que arruinaron a la que fue nuestra primera industria: la falta de caña, los bajos rendimientos, la falta de fertilizantes, los problemas en la siembra, el mal empleo de las tierras cañeras, etc.
Arruinada nuestra industria azucarera, naciones como Brasil y República Dominicana aumentaron de forma vertiginosa su producción y acapararon los mercados que antes eran de Cuba. Cuando volvió a aumentar el precio del azúcar en el mercado mundial, el país nunca más pudo recuperar su producción.
En 1970, Fidel Castro se encaprichó en hacer la Zafra de los diez millones de toneladas, que, según aseguraba, sacaría a Cuba del subdesarrollo. Pero aquella zafra no se logró y arruinó la economía cubana. Tuvo que acudir la Unión Soviética en ayuda del régimen castrista, comprándole el azúcar de forma subsidiada.
En las zafras de los últimos años, la producción no supera la de las zafras de fines del siglo XIX. Hoy, en la otrora azucarera del mundo, escasea el azúcar. A veces han tenido que importarla nada menos que de Francia. Si la desaparecida Celia Cruz viviera, a su grito de “¡Azúcar!” podría agregar “¿dónde está?”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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