LA HABANA, Cuba. – Una de las causas de las bajísimas producciones azucareras de los últimos tiempos en Cuba, además de los problemas industriales en los centrales, es la disminución de las áreas cañeras en el país.
Durante la zafra 1990-1991, cuando aún el Período Especial no había hecho mella en la economía cubana, hubo una cosecha de 79,7 millones de toneladas de caña, de acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas. En ese contexto se produjeron algo más de 7 millones de toneladas de azúcar.
En la contienda azucarera 1995-1996, afectados ya los campos cañeros por la escasez de combustible, equipos de riego, fertilizantes y herbicidas, la cosecha cañera bajó hasta los 41,3 millones de toneladas, mientras que la producción de azúcar apenas alcanzó los 4 millones de toneladas.
El descenso en la cosecha cañera continuó en la zafra 2001-2002. Se llegó a 34,7 millones de toneladas. La producción de azúcar fue de unos 3 millones de toneladas. Ante tales resultados, los gobernantes cubanos aplicaron la estrategia conocida como “redimensionamiento del sector azucarero”, que en la práctica consistió en la paralización de la mitad de los centrales que existían en el país. Las próximas zafras se harían solamente con 71 centrales.
Mas, el “redimensionamiento” ideado por Fidel Castro acabó de darle el jaque mate a la industria azucarera cubana. A partir de 2003 sobrevinieron las peores zafras en muchos años. Incluso algunas quedaron por debajo del azúcar que se producía en épocas de la Colonia. Paralelo a ello, las cosechas de caña continuaban cayendo en picada: 19,9 millones de toneladas en la contienda 2016-2017; 17,1 millones de toneladas en 2018-2019; y 13,0 millones de toneladas en el lapso 2019-2020. Esta sensible disminución en las áreas cañeras determinó que se decidiera mantener solo 23 centrales moliendo para la actual zafra (2022-2023).
Hay que decir que a partir del año 1993, en pleno Período Especial, casi el 90% de los campos cañeros del país pasaron a formar parte de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), entidades creadas por la maquinaria del poder con la esperanza de que desarrollaran las producciones agropecuarias en el país, incluyendo la cañera. Sin embargo, en la práctica no resolvieron ningún problema.
Su creación apresurada, sin la autonomía que debe de caracterizar a las cooperativas, y con un bajo sentido de pertenencia de sus asociados, entre otros contratiempos, ha hecho que muchas UBPC hayan terminado disolviéndose. Y con la disolución, como es lógico imaginar, el deterioro o abandono de los campos cañeros que tenían bajo su atención. Baste decir que de 1531 UBPC que había en 1993, al cierre del 2021 quedaban solo 1459.
En medio de semejante carencia de cañas para garantizar las raquíticas zafras azucareras en el país, aparece una información en el periódico Granma que pudo resultar sorprendente para buena parte de sus lectores.
Se dice que en áreas cañeras del central Enrique Varona, del avileño municipio de Chambas, vacas hambrientas y no controladas por sus propietarios, se han comido en dos años 448 hectáreas sembradas de caña, lo que equivale a más de 14 900 toneladas de esa gramínea. Una situación que puede estar viviéndose también en otros sitios de la geografía cubana.
Es como si, contradictoriamente, las empresas del régimen sembraran la caña para alimentar a las vacas y que estas produjeran más leche, y no con vistas a la producción de azúcar. Pero en una economía tan desastrosa como la cubana, ni ese propósito indirecto ―en el hipotético caso de que fuera cierto― llega a alcanzarse, porque los ganaderos de Chambas tampoco cumplen los planes de producción de leche.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.