LA HABANA, Cuba. – Los estadounidenses la tendrán muy difícil en las elecciones presidenciales del año 2020. No pueden ser más malas las opciones que tendrán para escoger. Es peor que en las pasadas elecciones, cuando tuvieron que elegir entre Hillary Clinton y Donald Trump. Mucho peor. Lo nunca visto. Por el lado republicano, el desconcertante, impredecible y conflictivo Trump para un segundo periodo. Por el Partido Demócrata, más de una veintena de aspirantes que divagan y disparatan entusiastamente, mientras derivan cada vez más a la izquierda.
Por si no bastara con Bernie Sanders, están también el guevarista Bill De Blasio y Kamala Harris, una pendenciera que, con el temperamento que se gasta, mejor haría dedicándose al R & B y el quiet storm antes que a la política.
Por suerte para los demócratas, tienen a Joe Biden, que, comparado con sus contrincantes, parece un dechado de sensatez.
Como si fuese poco tanto disparate e irrealidad, aspira a presentarse como candidato por el Partido Libertario el millonario John McAffee, que está refugiado en Cuba para no ir a prisión por evasión fiscal.
McAffe ha establecido en La Habana su cuartel para la campaña electoral y asegura disponer de una veintena de colaboradores a tiempo completo. Con sus millones, se siente a sus anchas en Cuba. Su única queja, según afirma, es que lo vigila la CIA a través de funcionarios de la embajada de Burkina Fasso.
McAffee confía en que no va a tener la mala suerte que tuvo Robert Vesco con sus anfitriones cubanos, que luego de acogerlo con los brazos abiertos, lo metieron en la cárcel acusado de estafar a un sobrino de Fidel Castro.
Tan contento está McAffee con sus anfitriones que les ha ofrecido su ayuda en la aplicación de la criptomoneda en las relaciones comerciales nacionales e internacionales, una posibilidad que fue anunciada recientemente por el ministro de Economía cubano Alejandro Gil, y que muchos nos preguntamos si no se trataría de un chiste.
McAffee sabrá mucho de bitcoin, pero no sobre Cuba. De Cuba y los cubanos sabe lo que le han (mal)contado y lo que se imagina. Y no lo digo solo porque niegue —él que se da la gran vida y come opíparamente en los mejores restaurantes habaneros— que los cubanos estén pasando hambre, sino por lo que escribió en su cuenta de Twitter para brindar su ayuda a los mandamases.
Trinó: “Cuba está planeando usar criptomonedas para sortear 63 años de estrangulamiento económico impuesto sobre 14 millones de cubanos por la locura del gobierno de los Estados Unidos. Si Cuba quiere mi ayuda, aquí estoy”.
McAffee, derrochador, aumentó en dos millones la cantidad de cubanos residentes en la isla, haciéndolos 14, y como si 60 años de dictadura fuera poco, le regaló al castrismo tres años más, cual, si el embargo norteamericano hubiese empezado en 1956, cuando Fidel Castro todavía estaba exiliado en México, preparando la expedición del yate Granma.
No es que uno vaya a ponerse demasiado puntilloso con los detalles, pero se supone que debe ser lo más exacto posible con los datos que utiliza un tipo que aspira no solo a presidente de los Estados Unidos, sino a algo mucho más complicado y difícil: ayudar a enderezar la economía cubana.
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